lunes, 11 de febrero de 2008

COBARDÍA PUERTAS ADENTRO

El delito comunmente denominado “femicidio” es una de las agresiones de mayor complejidad para su erradicación. En efecto, al ser la máxima expresión de la violencia intrafamiliar, este tipo de ilícitos se producen –por regla general- al interior de los hogares o “puertas adentro” razón por la cual, por mayor que sea la presencia policial en la comunidad, ésta aisladamente carecerá de efectividad toda vez que resultaría imposible para cualquier sistema, tener presencia policial activa por cada una de las casas donde potencialmente pueda darse esta deleznable situación de violencia.

Este cobarde ilícito genera profundas heridas en aquellos que la sufren, sea directa o indirectamente. De hecho, al consultar a los agresores, un porcentaje mayoritario de ellos declara haber sido sujeto de agresión en su infancia o adolescencia.

En efecto, el ser agredido al interior del hogar genera la destrucción de parámetros básicos del desarrollo emocional. Así, para un menor, el sujeto al cual debe aferrarse como modelo conductual se encuentra en la figura de sus progenitores. Al observar actitudes de agresividad proveniente de ellos, el menor sufre un quiebre en su percepción natural de seguridad humana. Su instinto de sobrevivencia le ordena ir en contra de lo que su naturaleza originaria le indicaba, aferrarse a la figura paterna o materna como elemento de protección. 

De igual forma, para cualquier persona, el hogar constituye un refugio frente a las adversidades, sean de origen natural o provocadas. En efecto, frente a una catástrofe natural, muchas veces se intenta –de manera casi irracional- llegar al hogar. Frente a la victimización delictual en el espacio público, de igual forma se busca llegar al hogar. Pero ¿qué ocurre cuando el lugar donde naturalmente debiéramos sentirnos protegidos, resulta ser la cuna de la inseguridad? ¿Dónde recurre el agredido? Quién lo acoge, adonde regresa después de una denuncia? Es decir, los pilares fundamentales de seguridad (Padres y hogar) se han quebrantado; y en muchos casos para siempre, con el consiguiente trastorno emocional y sus casi predecibles consecuencias futuras.

Así entonces, este tipo de ilícitos sólo tenderá a disminuir con medidas de fondo que apunten al mismo tiempo a: disminuir las condiciones de riesgo para agredir o amenazar; la prevención educativa; , la socialización de la necesidad que asiste a los vecinos para denunciar este tipo de hechos; la oportuna asistencia a quienes denuncian agresiones o amenazas al interior del hogar; una eficiente labor de protección de la víctima; la efectiva persecución criminal respecto de sus hechores; el efectivo cumplimiento de las medidas cautelares o sanciones impuestas por los órganos jurisdiccionales correspondientes; y la necesaria rehabilitación de los agresores condenados a fin de disminuir o quizás evitar la reincidencia. 

Es por ello entonces, que los anuncios realizados por el Ministro(s) de justicia en orden a crear un programa destinado a rehabilitar a los agresores serán un verdadero aporte a la política pública impulsada por el Sernam en el marco de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública que busca incrementar los niveles de seguridad de nuestra comunidad y particularmente de nuestras familias y niños.

Finalmente, creo necesario hacer un llamado a todos los sectores de la sociedad para sumarse a una gran cruzada para disminuir la agresividad intrafamiliar, a fin de dar a nuestros niños niveles de educación acordes con la sociedad que queremos basada en el respeto y la solución pacífica de nuestras controversias, en definitiva a tener un Chile más seguro para nuestros hijos.