Durante su último año, este gobierno podrá consolidar y cosechar el resultado de las grandes reformas y políticas públicas que ha impulsado. Así, en 2009 veremos la ampliación de los beneficios de la reforma previsional a cerca de 200.000 personas, además se incrementará el monto de las pensiones básicas solidarias, lo que generará un impacto directo en la superación de las condiciones de pobreza del segmento adulto mayor. O, la implementación de 900 nuevas salas cunas que junto con darle oportunidades de formación y afecto a los más pequeños del país, consolidará su impacto en el incremento de la fuerza laboral femenina en el marcado del trabajo. Ello, por citar sólo algunos ejemplos.
También será un año en que enfrentaremos condiciones económicas internacionales complejas. Gracias al buen manejo macro, ello no nos golpeará en la magnitud que ha significado para otras economías, pero de todos modos tendrá algún impacto en el país, en particular en el aumento del desempleo. Por lo mismo, las prioridades de la inversión pública apuntarán a la infraestructura, y habrá una particular preocupación por apoyar a las pymes. A su vez, el eventual aumento del desempleo puede derivar en otros desafíos para el gobierno, generando impactos en los índices delictuales o, también, aumentando las movilizaciones sociales.
En lo político, evidentemente 2009 estará marcado por las elecciones presidenciales, y en particular a partir del segundo semestre ese tema tenderá a monopolizar el debate. Por lo mismo, creo que no será tiempo para lanzar nuevas iniciativas, pero sí para culminar aquellas que están en curso. Desde esa perspectiva, por ejemplo, se debería poder concretar y cerrar los proyectos ya acordados en seguridad ciudadana. Igualmente, espero que se pueda sacar adelante algo tan emblemático como la creación del Instituto de Derechos Humanos.
Un punto en que también se debe intentar avanzar de modo sustantivo son las reformas políticas. Creo que debiera ser factible lograr finalmente la aprobación de la inscripción automática y del voto de los chilenos en el exterior para mejorar los marcos regulatorios e incentivar la participacióin de los jóvenes en nuestros procesos electorales. En cualquier caso, todos estos temas servirán como una oportunidad para poner a prueba el liderazgo del candidato de la oposición al interior de su coalición, para ver si es capaz de materializar con todos los votos de su conglomerado las elocuentes promesas que ha vertido sobre este tipo de reformas.
Es indudable que el ambiente tenderá a politizarse y el debate se radicalizará, particularmente desde la oposición donde deberán definir si adhieren a la teoría del desalojo de Allamand, negando la sal y el agua al gobierno o se cumplen las promesas de cooperar por el bien de Chile impulsadas por Longueira. Veremos cual se impone.
Buena parte de la atención se centrará en el tema de las candidaturas. Si en la Concertación tenemos primarias, veremos a sus dos protagonistas recorriendo el país y planteando sus proyectos y propuestas, levantando a las bases concertacionistas y activando a nuestra fuerza electoral. Si en cambio se designa al abanderado por acuerdo político, los tiempos se adelantarán. En lo personal, como militante del PPD, yo esperaría que pudiéramos recuperar la antigua alianza progresista, pero más allá de eso destaco que las dos cartas que hoy aparecen compitiendo son figuras que acumulan una exitosa experiencia de gobierno y una probada capacidad de gobernabilidad.
De todas formas, sea cual sea el procedimiento y la figura elegida, lo claro es que el interés público estará centrado en las discusiones y enfrentamientos entre el o los candidatos de la derecha, y el de nuestra coalición. Así, el debate principal apuntará a las apuestas de futuro, más que a lo que hoy se está haciendo. Esa es una discusión que le compete a los postulantes antes que al gobierno, pero ello no significa que éste quede desplazado o sin accionar. Al contrario, mi experiencia me indica que es perfectamente compatible la «transición» entre una y otra administración, y el despliegue de un gobierno realizador, efectivamente capaz de gobernar hasta el último día.
Para enfrentar todos esos desafíos, la Presidenta está desarrollando una profunda evaluación de su equipo y no tengo dudas de que ella tiene perfectamente claro con quiénes trabaja y a quiénes necesitará para lograr lo que ha señalado en reiteradas oportunidades, las elecciones no pueden paralizar al país, se trabaja, se inaugura y se decide, hasta el último día.