El último discurso presidencial de la Presidenta Bachelet estuvo marcado por la capacidad de demostrar con hechos y cifras los avances objetivos de su gobierno, la reivindicación del estado como institución fundamental en el desarrollo de los pueblos y la prospección de un reconocimiento futuro de la reciente fundación del Sistema de Protección Social. Es decir, cuantitativamente fue muy sólido y proyectó políticamente la necesidad de respectar la acción pública como contrapartida al mercado desregulado carente de sensibilidad social.
En anuncios creo lo más destacable está en la complementariedad de las medidas anunciadas. El bono extraordinario de $40.000 a 4 millones de familias, es plenamente coherente con el ajuar a los niños nacidos en la red pública de salud, la redistribución presupuestaria que permitirá incrementar el número de subsidios habitacionales para que más personas puedan adquirir su casa y ciertamente la implementación de un seguro de cesantía para deudores hipotecarios viene a ser de gran ayuda para aquellos que no pueden pagar sus dividendos producto del desempleo. Junto con ello el incremento de las becas de postgrado en el extranjero con asignaciones por carga familiar representa un decidido impulso a la formación internacional de nuestros jóvenes. La apertura de garantías Corfo a universidades, públicas y privadas y centros de formación técnica o profesional, para evitar que el desempleo de padres termine con la educación de los hijos representa una apuesta por la educación en tiempos de crisis.
Bachelet definitivamente instaló al Estado como articulador de la equidad. Hoy en tiempos de crisis, pero más temprano que tarde, si su acción resulta oportuna y eficiente, volveremos a reivindicar la necesidad de tener un estado presente en la actividad esencial de una sociedad. Con capacidad reguladora de mercados, cuya libertad exacerbada genera perjuicios a los consumidores y permite colusiones nocivas a los ciudadanos. Un estado donde la supervigilancia de determinados mercados permita disminuir la brecha de poder entre industria y consumidor. En fin, creo fue un discurso contundente que le pone un tremendo desafío al candidato de la derecha, ser capaz de asumir la necesidad de separar la actividad mercantil de la política, reconocer la necesidad del estado en el desarrollo del país, aceptar las regulaciones de mercado como forma de prevenir las crisis económicas y reconocer que la fundación del sistema de protección social, no fue sólo “un plan más” como lo tildó a comienzos del gobierno; sino que finalmente terminó constituyéndose en la piedra angular de un nuevo modelo donde el estado social surge como alternativa intermedia a los tradicionales modelos económicos. Así, mientras el muro de Berlín terminó definitivamente con el trasnochado centralismo económico. Con la caída de Wall Street el año 2008 se terminó de caer el capitalismo desregulado. Así, entonces Obama en EEUU impone un modelo intermedio, donde el estado surge como ente de salvación a la industria de la cuna de las libertades económicas y Bachelet en Chile reubica al estado en un rol más activo en pos de la disminución de las brechas sociales del país.