miércoles, 30 de junio de 2010

El abuso DICOM: protejamos nuestros datos personales


Ya son millones las personas que se han visto afectadas por el uso y abuso de sus datos personales. El lucrativo negocio de la administración y gestión de bases de datos, está generando el empobrecimiento de miles de personas, que ven cómo diversos ámbitos de la sociedad les cierran las puertas por el sólo hecho de poseer –o haber poseído- deudas con el sistema bancario, comercial y hasta municipal.

Ciertamente, la existencia de registros de morosidades comerciales, constituye un elemento necesario para la seguridad mercantil en las relaciones entre clientes y proveedores de servicios o productos. El punto entonces, radica en crear una regulación que, por una parte, permita incrementar los niveles de seguridad en las transacciones mercantiles y, por otra, evite que dichos datos sean utilizados por terceros, ajenos a dichas operaciones, utilizándolos como un certificado de conducta y admisibilidad a determinadas funciones de la vida cotidiana.

Resulta común observar cómo “el Dicom” actúa como cerrojo de oportunidades laborales, dejando fuera a quienes allí figuran. De igual forma, muchos niños y jóvenes no pueden ser matriculados en algunos colegios particulares o centros de educación superior privado por la morosidad de sus apoderados. Ya son cientos los jóvenes, cuyos planteles de educación superior los enviaron a Dicom, y con ello los condenaron a la marginalidad laboral y crediticia. El estado, desde hace algunos años se ha sumado a este proceso de exclusión, exigiendo “Dicom” a postulantes a subsidios e incluso a ciertas funciones públicas.

Cada día hay cientos de chilenas y chilenos que no encuentran trabajo por estar en Dicom. Si queremos que los deudores paguen lo que deben, no parece justo, racional, lógico ni humano, que no se les dé la oportunidad de trabajar para conseguir los recursos necesarios para ello. El actual sistema los lleva al círculo vicioso de deuda por desempleo y desempleo por deuda, lo que constituye una verdadera condena social, que genera empobrecimiento, marginalidad y muchas veces incentiva la informalidad como forma de proveer de recursos a la familia.

Hoy pareciera más grave “tener Dicom” que tener antecedentes penales. De hecho, de conformidad a las normas vigentes, hoy un criminal que ha cumplido condena por un delito deleznable como la violación de un menor, podría borrar por una vez en su vida sus antecedentes criminales, y al momento de sacar su certificado dirá “Sin antecedentes”. Mientras que el deudor, por más que haya pagado su deuda monetaria, seguirá existiendo en el “histórico” que poseen bancos e instituciones financieras, y sus consecuencias lo acompañaran ad eternum. Es decir, nuestra sociedad aparentemente da mayor protección a la propiedad que a la vida y la integridad de las personas, reflejando con ello un desvalor profundo que debe llevarnos a reflexionar.

Chile avanza a paso firme hacia el desarrollo. El punto entonces es cómo somos capaces de que dicho proceso sea para todos nuestros compatriotas; para los que han tenido las oportunidades y también para aquellos que quisieron innovar, emprender o mejorar su condición de vida y se cayeron en el intento, ya sea por errores de administración o lisa y llanamente por imprevistos, como la enfermedad catastrófica de un familiar o la cesantía.

Debemos avanzar rápidamente en una regulación de este mercado, que consigne elementos como la eliminación de su acceso universal, a través de la consagración del principio de la finalidad del dato, normado en las principales legislaciones internacionales. Asimismo, la consolidación de información positiva y negativa de ciudadanos, para distinguir entre el deudor ocasional por imprevistos y el incumplidor consuetudinario. Y Finalmente, establecer la creación de la agencia de protección de datos personales, a fin de supervigilar el necesario equilibrio entre la transparencia de la información pública de los ciudadanos y el respeto por el buen uso de los datos personales de nuestros connacionales. Sólo así evitaremos sumar a más chilenos y chilenas al proceso de exclusión social, laboral y crediticio, que hoy impera en Chile y cuyas consecuencias podrían ser objeto de explosiones sociales en el corto plazo.

martes, 29 de junio de 2010

PPD 2010-2020

Domingo 27 de Junio de fin de semana largo, nublado y frío, dos días después del paso de Chile a la segunda ronda del mundial y a uno del decisivo partido ante Brasil. Día de los duelos entre Argentina y México y Alemania e Inglaterra. En fin, elegir ese día para realizar un seminario, encuentro o elecciones internas de un partido político, sería impensado para muchos. Bueno no para el PPD, lo que refleja la profunda desconexión que la directiva actual tiene con la ciudadanía y con lo que ocurre en el mundo real.

Así y todo, cerca de 10 mil militantes concurrieron voluntarios o acarreados a sufragar para renovar más de 600 cargos de niveles nacional, regional, provincial y comunal. La menor cantidad de votantes desde su fundación podría justificarse con los elementos señalados anteriormente, pero la realidad refleja otro problema más complejo de enfrentar y muy difícil de superar.

No es sorpresa afirmar que los partidos políticos (todos) se encuentran subsumidos en una crisis de representatividad y gozan de la desconfianza generalizada de la ciudadanía. Pero en lo particular, debemos asumir que el PPD llega al 2010 subsumido en una profunda crisis interna, marcada por una descomposición de las relaciones humanas de sus liderazgos tradicionales, por la implementación generalizada de prácticas alejadas de los principios originarios, con un caudillismo unicolor desmesurado, contradicciones (o incoherencias) entre el pensar y el hacer y con una tendencia a caricaturizar o mediatizar los debates por temor a adoptar definiciones que puedan producir quiebres o fugas de la estructura partidaria.

La nueva mesa directiva posee particularidades que le otorgarán mayor grado de credibilidad en la base partidaria. De igual forma su estatura para enfrentar los debates de país y los desafíos de la coalición será distinta al no haber sido factor de división en procesos electorales previos. Pero sin duda cargará con la responsabilidad de dar conducción al proceso más difícil que haya enfrentado el PPD desde su fundación.

Por una parte deberá definir el “qué y para qué del PPD” en este nuevo escenario político. ¿Qué le ofrecerá el PPD a Chile? ¿Cuál será su definición ideológica o su oferta programática? ¿Cuál será su rol en la oposición y su política de alianzas? ¿Cuál será la aspiración futura del otrora partido representante de la Tercera Vía? ¿Seguirá permitiendo la autonomía de opinión en temas cruciales para el país? ¿Seguirán sus caudillos internos tomando definiciones al margen de la institucionalidad y notificándonos a través de los medios de comunicación? ¿Habrá algún sistema para exigir coherencia en los planteamientos estructurales? No se trata entonces de coartar la libertad de opinión, sino más bien de poseer una mínima coherencia entre la institucionalidad partidaria y sus directivos o representantes a fin de recobrar la seriedad política que nos caracterizó en nuestros orígenes.

Por otra parte, esta directiva deberá crear partido. Crear institucionalidad y no permitir que la estructura siga dependiendo del caudillo de turno. Si el PPD quiere influir en el profundo cambio político y social que vive nuestro país, debe crear una orgánica de base local, incluir la militancia temática y la militancia virtual, incorporando a las bases ciudadanas organizadas en movimientos sociales o funcionales. Reconectarse con los jóvenes en la organización estudiantil y laboral, promover la creación de emprendimientos políticos en las bases que levanten nuevos liderazgos locales de cara al próximo proceso electoral que se verificará en 27 meses.

Como punto de partida la nueva directiva debiera iniciar un proceso de refichaje de la militancia a fin de depurar de manera transparente el actual padrón electoral, ya que al recorrer a quienes figuran en los registros vigentes, es posible observar muchas personas que carecen de interés en seguir participando, militantes que no saben que lo son y que finalmente son objeto de acarreos en cada acto electoral por el caudillo que logra descubrirlos en el padrón histórico del PPD para fines particulares.

En fin, la actual situación del PPD es de precariedad institucional y de carencia ideológica y programática por lo que el desafío de esta nueva directiva integrada deberá centrarse en la configuración de un partido sólido y coherente que le ofrezca a Chile una alternativa progresista y responsable donde ser oposición constituya un desafío para elaborar propuestas sólidas que nos constituyan en alternativa política y social real para el Chile del post bicentenario.

El desafío es inmenso y extremadamente riesgoso porque se trata de definiciones que ciertamente generarán tensiones internas. Para ello se requiere contar con la voluntad de muchos dirigentes y dirigentas que indistintamente del grupo interno al cual adhieran, comprendan que el desafío es mayor y se trata de verificar la continuidad y coherencia de este partido que tanto le ha dado a Chile y que de renovarse en procesos, formas, estilos y propuestas podrá entregarle mucho al Chile del 2020.