martes, 29 de junio de 2010

PPD 2010-2020

Domingo 27 de Junio de fin de semana largo, nublado y frío, dos días después del paso de Chile a la segunda ronda del mundial y a uno del decisivo partido ante Brasil. Día de los duelos entre Argentina y México y Alemania e Inglaterra. En fin, elegir ese día para realizar un seminario, encuentro o elecciones internas de un partido político, sería impensado para muchos. Bueno no para el PPD, lo que refleja la profunda desconexión que la directiva actual tiene con la ciudadanía y con lo que ocurre en el mundo real.

Así y todo, cerca de 10 mil militantes concurrieron voluntarios o acarreados a sufragar para renovar más de 600 cargos de niveles nacional, regional, provincial y comunal. La menor cantidad de votantes desde su fundación podría justificarse con los elementos señalados anteriormente, pero la realidad refleja otro problema más complejo de enfrentar y muy difícil de superar.

No es sorpresa afirmar que los partidos políticos (todos) se encuentran subsumidos en una crisis de representatividad y gozan de la desconfianza generalizada de la ciudadanía. Pero en lo particular, debemos asumir que el PPD llega al 2010 subsumido en una profunda crisis interna, marcada por una descomposición de las relaciones humanas de sus liderazgos tradicionales, por la implementación generalizada de prácticas alejadas de los principios originarios, con un caudillismo unicolor desmesurado, contradicciones (o incoherencias) entre el pensar y el hacer y con una tendencia a caricaturizar o mediatizar los debates por temor a adoptar definiciones que puedan producir quiebres o fugas de la estructura partidaria.

La nueva mesa directiva posee particularidades que le otorgarán mayor grado de credibilidad en la base partidaria. De igual forma su estatura para enfrentar los debates de país y los desafíos de la coalición será distinta al no haber sido factor de división en procesos electorales previos. Pero sin duda cargará con la responsabilidad de dar conducción al proceso más difícil que haya enfrentado el PPD desde su fundación.

Por una parte deberá definir el “qué y para qué del PPD” en este nuevo escenario político. ¿Qué le ofrecerá el PPD a Chile? ¿Cuál será su definición ideológica o su oferta programática? ¿Cuál será su rol en la oposición y su política de alianzas? ¿Cuál será la aspiración futura del otrora partido representante de la Tercera Vía? ¿Seguirá permitiendo la autonomía de opinión en temas cruciales para el país? ¿Seguirán sus caudillos internos tomando definiciones al margen de la institucionalidad y notificándonos a través de los medios de comunicación? ¿Habrá algún sistema para exigir coherencia en los planteamientos estructurales? No se trata entonces de coartar la libertad de opinión, sino más bien de poseer una mínima coherencia entre la institucionalidad partidaria y sus directivos o representantes a fin de recobrar la seriedad política que nos caracterizó en nuestros orígenes.

Por otra parte, esta directiva deberá crear partido. Crear institucionalidad y no permitir que la estructura siga dependiendo del caudillo de turno. Si el PPD quiere influir en el profundo cambio político y social que vive nuestro país, debe crear una orgánica de base local, incluir la militancia temática y la militancia virtual, incorporando a las bases ciudadanas organizadas en movimientos sociales o funcionales. Reconectarse con los jóvenes en la organización estudiantil y laboral, promover la creación de emprendimientos políticos en las bases que levanten nuevos liderazgos locales de cara al próximo proceso electoral que se verificará en 27 meses.

Como punto de partida la nueva directiva debiera iniciar un proceso de refichaje de la militancia a fin de depurar de manera transparente el actual padrón electoral, ya que al recorrer a quienes figuran en los registros vigentes, es posible observar muchas personas que carecen de interés en seguir participando, militantes que no saben que lo son y que finalmente son objeto de acarreos en cada acto electoral por el caudillo que logra descubrirlos en el padrón histórico del PPD para fines particulares.

En fin, la actual situación del PPD es de precariedad institucional y de carencia ideológica y programática por lo que el desafío de esta nueva directiva integrada deberá centrarse en la configuración de un partido sólido y coherente que le ofrezca a Chile una alternativa progresista y responsable donde ser oposición constituya un desafío para elaborar propuestas sólidas que nos constituyan en alternativa política y social real para el Chile del post bicentenario.

El desafío es inmenso y extremadamente riesgoso porque se trata de definiciones que ciertamente generarán tensiones internas. Para ello se requiere contar con la voluntad de muchos dirigentes y dirigentas que indistintamente del grupo interno al cual adhieran, comprendan que el desafío es mayor y se trata de verificar la continuidad y coherencia de este partido que tanto le ha dado a Chile y que de renovarse en procesos, formas, estilos y propuestas podrá entregarle mucho al Chile del 2020.

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