"Esta decisión requiere de un gran consenso político y social, para darle continuidad en el tiempo ya que no será ni este gobierno ni el próximo el que logre terminar con las condiciones de riesgo"
El año del bicentenario nos arroja buenos datos en materia de seguridad. La victimización de hogares según la ENUSC disminuyó en 5,2 puntos porcentuales en relación al año 2009. Un buen dato que ratifica que la estabilidad y continuidad de políticas públicas arrojan buenos resultados.
Cabe recordar que desde el año 2003 -primer año de medición de la ENUSC- a la fecha, la victimización de hogares ha disminuido sostenidamente. El 43% original se redujo a 33,6% el 2009, lo que representó una disminución acumulada de 9,4 puntos porcentuales en 6 años. Una primera mirada a la encuesta, permite advertir que el delito que más cayó fue el robo por sorpresa (-2,5). Delito que se produce en el espacio público y en particular en las concentraciones de población flotante y zonas comerciales.
Su disminución puede estar asociada a la entrada en régimen de la ya histórica y masiva instalación de sistemas de televigilancia que permiten identificar a los hechores, advertir a las policías de su ocurrencia y servir de medio de prueba para su proceso judicial. Igualmente la información de las anteriores encuestas ayudó a focalizar el accionar policial preventivo y potenciar las campañas de autocuidado en las zonas y épocas de concentración delictual.
Geográficamente es posible advertir la caída de 26% en las zonas afectadas por el terremoto (O´Higgins, Maule, Bio Bio y Araucanía), lo que constituye un importante aporte a la disminución de la estadística nacional. Preocupante es el aumento en Arica, Tarapacá, Aysén y Magallanes donde debiera revisarse sus causas para enmendar el rumbo.
Respecto de la disminución de las denuncias, estamos ante una mala noticia ya que se traduce en mayor impunidad delictual. Está demostrado que la caída en las denuncias no es sinónimo de caída en delitos. Más aún, este descenso puede significar menor confianza en el sistema o temor a iniciar las acciones judiciales. Habrá que observar sus causas e intentar revertirla.
En cuanto a las percepciones, sorprenden sus contradicciones. Por una parte, disminuye el número de personas que cree será víctima de un delito durante el próximo año, pero por otra, casi el 60% de los encuestados cree que la delincuencia aumentó el 2010 en abierta contradicción con las cifras de victimización.
Finalmente, creo que estamos en condiciones de pasar a un debate de segunda generación en las políticas públicas de seguridad, concentrando nuestras acciones en disminuir las condiciones de riesgo que facilitan el ingreso de nuevos actores al delito.
Maltrato infantil, deserción escolar, abandono, desempleo, marginalidad, segregación urbana, falta de oportunidades y de esperanzas, debieran ocupar el debate del futuro para “socializar” las políticas de seguridad y construir una sociedad más segura fundada en un profundo proceso de integración social, económica y también urbana.
Esta decisión requiere de un gran consenso político y social, a fin de darle continuidad en el tiempo ya que no será ni este gobierno ni el próximo el que logre terminar con las condiciones de riesgo que gatillan a algunos jóvenes a buscar en el delito una forma de vida. A eso invito: a sumar capacidades y voluntades para construir un Chile más integrador y por ello, más seguro.
El año del bicentenario nos arroja buenos datos en materia de seguridad. La victimización de hogares según la ENUSC disminuyó en 5,2 puntos porcentuales en relación al año 2009. Un buen dato que ratifica que la estabilidad y continuidad de políticas públicas arrojan buenos resultados.
Cabe recordar que desde el año 2003 -primer año de medición de la ENUSC- a la fecha, la victimización de hogares ha disminuido sostenidamente. El 43% original se redujo a 33,6% el 2009, lo que representó una disminución acumulada de 9,4 puntos porcentuales en 6 años. Una primera mirada a la encuesta, permite advertir que el delito que más cayó fue el robo por sorpresa (-2,5). Delito que se produce en el espacio público y en particular en las concentraciones de población flotante y zonas comerciales.
Su disminución puede estar asociada a la entrada en régimen de la ya histórica y masiva instalación de sistemas de televigilancia que permiten identificar a los hechores, advertir a las policías de su ocurrencia y servir de medio de prueba para su proceso judicial. Igualmente la información de las anteriores encuestas ayudó a focalizar el accionar policial preventivo y potenciar las campañas de autocuidado en las zonas y épocas de concentración delictual.
Geográficamente es posible advertir la caída de 26% en las zonas afectadas por el terremoto (O´Higgins, Maule, Bio Bio y Araucanía), lo que constituye un importante aporte a la disminución de la estadística nacional. Preocupante es el aumento en Arica, Tarapacá, Aysén y Magallanes donde debiera revisarse sus causas para enmendar el rumbo.
Respecto de la disminución de las denuncias, estamos ante una mala noticia ya que se traduce en mayor impunidad delictual. Está demostrado que la caída en las denuncias no es sinónimo de caída en delitos. Más aún, este descenso puede significar menor confianza en el sistema o temor a iniciar las acciones judiciales. Habrá que observar sus causas e intentar revertirla.
En cuanto a las percepciones, sorprenden sus contradicciones. Por una parte, disminuye el número de personas que cree será víctima de un delito durante el próximo año, pero por otra, casi el 60% de los encuestados cree que la delincuencia aumentó el 2010 en abierta contradicción con las cifras de victimización.
Finalmente, creo que estamos en condiciones de pasar a un debate de segunda generación en las políticas públicas de seguridad, concentrando nuestras acciones en disminuir las condiciones de riesgo que facilitan el ingreso de nuevos actores al delito.
Maltrato infantil, deserción escolar, abandono, desempleo, marginalidad, segregación urbana, falta de oportunidades y de esperanzas, debieran ocupar el debate del futuro para “socializar” las políticas de seguridad y construir una sociedad más segura fundada en un profundo proceso de integración social, económica y también urbana.
Esta decisión requiere de un gran consenso político y social, a fin de darle continuidad en el tiempo ya que no será ni este gobierno ni el próximo el que logre terminar con las condiciones de riesgo que gatillan a algunos jóvenes a buscar en el delito una forma de vida. A eso invito: a sumar capacidades y voluntades para construir un Chile más integrador y por ello, más seguro.
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