jueves, 15 de noviembre de 2012

HASTA QUE LLEGÓ EL TERCER CAMBIO DE GABINETE

Hasta que llegó el tercer cambio de gabinete. Rodrigo Hinzpeter incluido. Los presidenciables salen a la calle a enfrentarse directamente en una batalla electoral para conseguir el apoyo de la derecha y el presidente decide poner a su primo como ministro del Interior. Lo cierto es que más allá de lo que se había especulado se trató de un ajuste ministerial acotado aunque acertado para los tiempos que vienen.

La salida de Golborne y Allamand era cuestión de días. Ambos se ubicaron en la pole position de la disputa presidencial de la derecha. Atrás quedaron Longueira y Matthei, quienes en su fuero íntimo aún albergaban esperanzas de participar de dicha carrera. Se nota la diferencia de tonelaje de ambos. Allamand con vasta experiencia prefirió no ser parte de la derrota electoral, mientras que un entusiasta (e inexperto) Golborne recorrió 14 comunas donde su candidato(a) fue derrotado(a). Casos emblemáticos fueron Zalaquett en Santiago y Sol Letelier en Recoleta.

De los otros movimientos creo necesario destacar la salida de Hinzpeter desde interior y su paso a Defensa. Era unánime que su desempeño no había sido bueno. Llegó con intención de asumir un desafío inédito. Liderar la lucha contra la delincuencia. Su inexperiencia no le permitió advertir la incompatibilidad de dicho desafío con la necesidad de ejercer como jefe de gabinete y articulador político del gobierno. Se le dieron más herramientas (Ministerio del Interior y seguridad pública y dependencia de policías) y presupuesto que a ningún otro ministro del interior para combatir el delito, pero la última encuesta de victimización reveló un aumento de 10,3% de los delitos entre 2011 y 2010 y su gestión era rechazada por el 83% de los ciudadanos. Era natural, más allá de sus buenas intenciones, el cargo de Ministro del Interior demanda un conjunto de responsabilidades adicionales que le impedían dedicarse por completo a tan importante misión. No fue capaz de convertirse en el articulador político que requería el gobierno. Sus roces con la UDI por temas valóricos, sus malas relaciones con el poder judicial, ministerio público, defensores públicos y con los partidos de oposición hacían inviable que se convirtiera en un “panzer” a pesar de haber contado con inusitados niveles de confianza presidencial. Su paso a Defensa fue una salida digna para un colaborador leal y estrecho. Me recordó lo de Vidal en 2008 cuando se selló su paso desde la vocería a defensa.

Un acierto la conformación del nuevo equipo político. Chadwick de vasta trayectoria y habilidad política imprimirá un sello distinto donde el diálogo y la articulación política serán destacados. La seguridad será un tema en cuanto no se transforme en un gran “costo político” pero ciertamente su misión será otra. Recomponer relaciones con los diversos actores e intentar un buen “cierre” para Sebastián Piñera. La nueva vocera sin duda pondrá en aprietos a la oposición. Carismática, política y cercana, Cecilia Pérez quien en un gesto de lealtad absoluta con el presidente renunció a su opción parlamentaria para quedarse en palacio y aportar cercanía y habilidad política a un gobierno que comienza su retiro.

Es de esperar que el equipo político comprenda que el poder político ya enrumbó hacia las sedes de los partidos políticos y, por lo tanto, les queda administrar bien el cierre y lograr acuerdos con la oposición que permitirán que el presidente Piñera más allá de sus convicciones entienda que de estos últimos 11 meses dependerá el juicio político y ciudadano a su paso por la moneda.

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