A estas alturas ya nadie se debió sorprender de un cambio de gabinete. Los problemas de conducción en algunas áreas de gestión eran evidentes. Las carteras de trabajo, transportes, defensa y energía hacían agua por todos lados.
Camila Merino era cuestionada por su escasa capacidad de articulación, conducción de equipos internos y constantes errores comunicacionales en el episodio del cierre de la mina San José. Los líos con el consejo de transparencia y la contraloría, y sus malos modos, terminaron por sellar la suerte de Ravinet. Respecto del ex ministro de energía, este abandona el gabinete con un triste record: 3 black out con confusas explicaciones, mala percepción en la industria, nulo avance legislativo, falta de visión energética y pésimo manejo del conflicto de Magallanes, lo que quedará en el currículum de don Ricardo Rainieri en 10 meses de gestión en el sector público. Más inesperada fue la salida de Felipe Morandé. Quizás sus escasos avances en el PTS o su próxima derrota ante el Tribunal Constitucional por el decreto de TV digital, habrían influido en su partida no voluntaria. Se echó de menos la salida del titular de Obras Públicas quien no ha cumplido el rol que se esperaba. Escasos avances en la promoción de obras públicas y manifiesta incapacidad de liderazgo de los equipos internos. Además, según lo dicho por el Ejército, fue justamente ésta autoridad quien visó la compra de la famosa casa para un general la que luego fuera objetada por Contraloría.
Previo al análisis del subtexto del cambio de gabinete, dejo de manifiesto que la decisión presidencial (según mi opinión) parece acertada y oportuna, y da cuenta de su capacidad de observar las falencias en sus equipos de trabajo y de enmendar rumbos en el año decisivo para su gobierno.
Salen 3 técnicos de carteras sectoriales y se escoge en dos de ellas a políticos de gran experiencia. Un operador y articulador por naturaleza como Andrés Allamand reemplazará a Jaime Ravinet y una aguerrida Evelyn Matthei asumirá la cartera de trabajo.
La llegada de Allamand tiene varios efectos. En primer orden su ingreso al gobierno sirve al Presidente para aplacar sus constantes cuestionamientos públicos al manejo gubernamental. Luego, fortalecerá la capacidad articuladora del gobierno en medio de los cuestionamientos hechos por el mundo político (en particular la UDI) al manejo del actual jefe de gabinete. En este sentido, su llegada creo no pasará desapercibida en la toma de decisiones. Podrá estar instalado físicamente fuera de palacio, pero Allamand se las arreglará para influir en las decisiones presidenciales. Su esfuerzo de influencia estará centrado en el diseño estratégico del gobierno y para ello su amplia capacidad de articulación política le da ventaja por sobre cualquier otro miembro del gabinete y comité político. Sin duda quien verá disminuida su influencia política será el actual ministro del interior, quien con la llegada de Allamand tendrá al interior de su equipo a un “panzer” con mayor experiencia y capacidad política. Quizás esto le permita dedicarse a lo que parece acomodarle, la seguridad ciudadana y avanzar con mayor rapidez en un tema donde está al debe y la ciudadanía lo evalúa cada vez peor. La cartera de defensa le permite a Allamand hacerse cargo de un tema ajeno a la coyuntura donde se habla de política de estado y se promueven debates fuera de la pasión y disputa política. Los desafíos serán la modificación de la ley reservada del cobre y la reforma previsional del sector, donde deberá desplegar sus capacidades para ampliar los efectos de dichas modificaciones, minimizando los conflictos con el sector castrense, que ve con preocupación los alcances de dichas modificaciones. Si lo realiza con moderada inteligencia, debiera esperarse un alza de su imagen pública en las próximas encuestas tal como ha ocurrido con todos los ministros de defensa.
La llegada de Evelyn Matthei se entiende para incorporar a alguien que forma parte del corazón de la UDI y con ello cooptar a la tienda de calle Suecia, evitando seguir con los constantes cuestionamientos al “gobierno de Piñera” y no al “gobierno de la Alianza.” La agenda laboral podría ser quizás una agenda compleja para ella donde deberá aprender a lidiar y tolerar a las diversas organizaciones sindicales, empresariales y, en muchas ocasiones a las autoridades de Hacienda, cuyas agendas se cruzan y en no pocas ocasiones de manera inversa. Sus principales riesgos son su desconocimiento del funcionamiento del aparato del estado y su carácter agresivo y frontal, lo que le puede granjear conflictos no sólo con la oposición, sino con los sindicatos y autoridades de gobierno.
Ambas incorporaciones permiten aventurar que el Presidente de la República dio por superado su “gabinete ideal” para dar paso al “gabinete necesario”, donde los doctorados no constituyen fuente de encantamiento ni garantía de buen servicio público. Llegó la hora de la política y de que los que la han ejercido, demuestren que se encuentra vigente y es capaz de dar conducción en este gobierno. Se fortalece el concepto de la nueva derecha y se materializa reconstituyendo lo que fue la otrora “patrulla juvenil”. Demostrar que se pueden hacer alianzas con militantes de una y otra tienda, más allá de sus estructuras orgánicas, buscaría fundar esta tesis de nuevos estilos, apertura y lealtad transversal.
Con Allamand y Matthei, suman 5 los aspirantes al sillón presidencial de la alianza y todos se encuentran en el gabinete de Sebastián Piñera. Con ello el presidente controlará los tiempos del desafío presidencial, dilatando su inicio y evitando la disminución de su influencia política. Esto transforma a este gabinete en una constelación de individualidades con aspiraciones igualmente egoístas, lo que los hará luchar por realizar una buena función para destacar. Pero a su vez, podría aparejar problemas al presidente cuando alguno de ellos decida no avanzar en las metas sectoriales conflictivas, por temor a dañar su imagen y con ello su carrera presidencial, endosando los costos en alguno de los rivales o incluso en el mismo mandatario. Veremos si esta constelación de individualidades es capaz de formar un buen equipo o primarán las legítimas aspiraciones individuales.
La designación de Lawrence Golborne como biministro de Minería y Energía, si bien no es nada nuevo (Jorge Rodríguez Grossi llegó a ser triministro de economía, minería y energía), en las actuales circunstancias podría ser un salvavidas de plomo. La crisis del gas en Magallanes constituye un desafío y un riesgo para el mejor alumno del gobierno. Su participación en el directorio de Enap que tomó la decisión del alza en las tarifas del gas de Magallanes no pasará desapercibida al momento de las evaluaciones ciudadanas. Con sus nuevos compañeros de ruta, la pista sin duda se le estrecha, ya que no le darán tregua alguna y utilizarán todas las artes conocidas para incrementar sus propias popularidades en desmedro de la suya. Pudo ser su disparado apoyo popular lo que haya inquietado al grupo presidencial, y haya motivado su desembarco como biministro en medio del conflicto de Magallanes y a escasos 4 días de la interpelación programada a su antecesor. El gas de Magallanes, cierre de faenas mineras, inestabilidad de generación para 2014, desarrollo de ERNC y venta de activos de Codelco, serán algunos de los desafíos que deberá enfrentar el niño símbolo del rescate de la mina San José.
Un riesgo adicional de este nuevo diseño, lo constituye el hecho que las dos nuevas incorporaciones han hecho su vida política en el parlamento, donde el individualismo y la iniciativa personal constituyen la piedra angular de la gestión parlamentaria y difieren sustancialmente del sentido de cuerpo que requiere un gobierno. Mi experiencia es que salvo un par de excepciones, los originarios del parlamento demoran mucho en entender este concepto (algunos nunca lo logran) constituyéndose más en un problema de gobierno que una solución al mismo, debido a que opinan sobre temas que en un equipo les son ajenos y que complican a la autoridad central.
La decisión de incorporar al gabinete a dos figuras que estaban ejerciendo funciones en el congreso nacional, por de pronto significa un cambio de postura de algunos dirigentes de la coalición de gobierno. Algunos de los que criticaron duramente la llegada de Carolina Tohá al gobierno de Bachelet hoy callan en señal de apoyo. Los mismos que recurrieron al Tribunal Constitucional hoy nada dicen. Respecto de la constitucionalidad, no hay duda, se puede hacer y así fue resuelto por el órgano competente. Respecto de la conveniencia de hacerlo es legítimamente debatible, pero no hay que perder de vista el sentido de la facultad presidencial. La designación de sus ministros es una facultad privativa, exclusiva y soberana del Presidente de la República por lo que sobre esto se puede opinar pero no cuestionar, ya que en un estado republicano sólo a él compete tal decisión.
Es de esperar que estos cambios infundan un nuevo aire a este gobierno, que a pesar de llevar sólo 10 meses de gestión ya parece superado por circunstancias como la reconstrucción, conflicto en Rapa Nui, inseguridad y ahora la verdadera revolución pingüina en Magallanes.
Por el bien de Chile, es de esperar que le vaya bien a este equipo, ya que las incorporaciones representan –más allá de las naturales diferencias que tenemos- la reivindicación de la política en el arte de gobernar las democracias del siglo XXI.
Camila Merino era cuestionada por su escasa capacidad de articulación, conducción de equipos internos y constantes errores comunicacionales en el episodio del cierre de la mina San José. Los líos con el consejo de transparencia y la contraloría, y sus malos modos, terminaron por sellar la suerte de Ravinet. Respecto del ex ministro de energía, este abandona el gabinete con un triste record: 3 black out con confusas explicaciones, mala percepción en la industria, nulo avance legislativo, falta de visión energética y pésimo manejo del conflicto de Magallanes, lo que quedará en el currículum de don Ricardo Rainieri en 10 meses de gestión en el sector público. Más inesperada fue la salida de Felipe Morandé. Quizás sus escasos avances en el PTS o su próxima derrota ante el Tribunal Constitucional por el decreto de TV digital, habrían influido en su partida no voluntaria. Se echó de menos la salida del titular de Obras Públicas quien no ha cumplido el rol que se esperaba. Escasos avances en la promoción de obras públicas y manifiesta incapacidad de liderazgo de los equipos internos. Además, según lo dicho por el Ejército, fue justamente ésta autoridad quien visó la compra de la famosa casa para un general la que luego fuera objetada por Contraloría.
Previo al análisis del subtexto del cambio de gabinete, dejo de manifiesto que la decisión presidencial (según mi opinión) parece acertada y oportuna, y da cuenta de su capacidad de observar las falencias en sus equipos de trabajo y de enmendar rumbos en el año decisivo para su gobierno.
Salen 3 técnicos de carteras sectoriales y se escoge en dos de ellas a políticos de gran experiencia. Un operador y articulador por naturaleza como Andrés Allamand reemplazará a Jaime Ravinet y una aguerrida Evelyn Matthei asumirá la cartera de trabajo.
La llegada de Allamand tiene varios efectos. En primer orden su ingreso al gobierno sirve al Presidente para aplacar sus constantes cuestionamientos públicos al manejo gubernamental. Luego, fortalecerá la capacidad articuladora del gobierno en medio de los cuestionamientos hechos por el mundo político (en particular la UDI) al manejo del actual jefe de gabinete. En este sentido, su llegada creo no pasará desapercibida en la toma de decisiones. Podrá estar instalado físicamente fuera de palacio, pero Allamand se las arreglará para influir en las decisiones presidenciales. Su esfuerzo de influencia estará centrado en el diseño estratégico del gobierno y para ello su amplia capacidad de articulación política le da ventaja por sobre cualquier otro miembro del gabinete y comité político. Sin duda quien verá disminuida su influencia política será el actual ministro del interior, quien con la llegada de Allamand tendrá al interior de su equipo a un “panzer” con mayor experiencia y capacidad política. Quizás esto le permita dedicarse a lo que parece acomodarle, la seguridad ciudadana y avanzar con mayor rapidez en un tema donde está al debe y la ciudadanía lo evalúa cada vez peor. La cartera de defensa le permite a Allamand hacerse cargo de un tema ajeno a la coyuntura donde se habla de política de estado y se promueven debates fuera de la pasión y disputa política. Los desafíos serán la modificación de la ley reservada del cobre y la reforma previsional del sector, donde deberá desplegar sus capacidades para ampliar los efectos de dichas modificaciones, minimizando los conflictos con el sector castrense, que ve con preocupación los alcances de dichas modificaciones. Si lo realiza con moderada inteligencia, debiera esperarse un alza de su imagen pública en las próximas encuestas tal como ha ocurrido con todos los ministros de defensa.
La llegada de Evelyn Matthei se entiende para incorporar a alguien que forma parte del corazón de la UDI y con ello cooptar a la tienda de calle Suecia, evitando seguir con los constantes cuestionamientos al “gobierno de Piñera” y no al “gobierno de la Alianza.” La agenda laboral podría ser quizás una agenda compleja para ella donde deberá aprender a lidiar y tolerar a las diversas organizaciones sindicales, empresariales y, en muchas ocasiones a las autoridades de Hacienda, cuyas agendas se cruzan y en no pocas ocasiones de manera inversa. Sus principales riesgos son su desconocimiento del funcionamiento del aparato del estado y su carácter agresivo y frontal, lo que le puede granjear conflictos no sólo con la oposición, sino con los sindicatos y autoridades de gobierno.
Ambas incorporaciones permiten aventurar que el Presidente de la República dio por superado su “gabinete ideal” para dar paso al “gabinete necesario”, donde los doctorados no constituyen fuente de encantamiento ni garantía de buen servicio público. Llegó la hora de la política y de que los que la han ejercido, demuestren que se encuentra vigente y es capaz de dar conducción en este gobierno. Se fortalece el concepto de la nueva derecha y se materializa reconstituyendo lo que fue la otrora “patrulla juvenil”. Demostrar que se pueden hacer alianzas con militantes de una y otra tienda, más allá de sus estructuras orgánicas, buscaría fundar esta tesis de nuevos estilos, apertura y lealtad transversal.
Con Allamand y Matthei, suman 5 los aspirantes al sillón presidencial de la alianza y todos se encuentran en el gabinete de Sebastián Piñera. Con ello el presidente controlará los tiempos del desafío presidencial, dilatando su inicio y evitando la disminución de su influencia política. Esto transforma a este gabinete en una constelación de individualidades con aspiraciones igualmente egoístas, lo que los hará luchar por realizar una buena función para destacar. Pero a su vez, podría aparejar problemas al presidente cuando alguno de ellos decida no avanzar en las metas sectoriales conflictivas, por temor a dañar su imagen y con ello su carrera presidencial, endosando los costos en alguno de los rivales o incluso en el mismo mandatario. Veremos si esta constelación de individualidades es capaz de formar un buen equipo o primarán las legítimas aspiraciones individuales.
La designación de Lawrence Golborne como biministro de Minería y Energía, si bien no es nada nuevo (Jorge Rodríguez Grossi llegó a ser triministro de economía, minería y energía), en las actuales circunstancias podría ser un salvavidas de plomo. La crisis del gas en Magallanes constituye un desafío y un riesgo para el mejor alumno del gobierno. Su participación en el directorio de Enap que tomó la decisión del alza en las tarifas del gas de Magallanes no pasará desapercibida al momento de las evaluaciones ciudadanas. Con sus nuevos compañeros de ruta, la pista sin duda se le estrecha, ya que no le darán tregua alguna y utilizarán todas las artes conocidas para incrementar sus propias popularidades en desmedro de la suya. Pudo ser su disparado apoyo popular lo que haya inquietado al grupo presidencial, y haya motivado su desembarco como biministro en medio del conflicto de Magallanes y a escasos 4 días de la interpelación programada a su antecesor. El gas de Magallanes, cierre de faenas mineras, inestabilidad de generación para 2014, desarrollo de ERNC y venta de activos de Codelco, serán algunos de los desafíos que deberá enfrentar el niño símbolo del rescate de la mina San José.
Un riesgo adicional de este nuevo diseño, lo constituye el hecho que las dos nuevas incorporaciones han hecho su vida política en el parlamento, donde el individualismo y la iniciativa personal constituyen la piedra angular de la gestión parlamentaria y difieren sustancialmente del sentido de cuerpo que requiere un gobierno. Mi experiencia es que salvo un par de excepciones, los originarios del parlamento demoran mucho en entender este concepto (algunos nunca lo logran) constituyéndose más en un problema de gobierno que una solución al mismo, debido a que opinan sobre temas que en un equipo les son ajenos y que complican a la autoridad central.
La decisión de incorporar al gabinete a dos figuras que estaban ejerciendo funciones en el congreso nacional, por de pronto significa un cambio de postura de algunos dirigentes de la coalición de gobierno. Algunos de los que criticaron duramente la llegada de Carolina Tohá al gobierno de Bachelet hoy callan en señal de apoyo. Los mismos que recurrieron al Tribunal Constitucional hoy nada dicen. Respecto de la constitucionalidad, no hay duda, se puede hacer y así fue resuelto por el órgano competente. Respecto de la conveniencia de hacerlo es legítimamente debatible, pero no hay que perder de vista el sentido de la facultad presidencial. La designación de sus ministros es una facultad privativa, exclusiva y soberana del Presidente de la República por lo que sobre esto se puede opinar pero no cuestionar, ya que en un estado republicano sólo a él compete tal decisión.
Es de esperar que estos cambios infundan un nuevo aire a este gobierno, que a pesar de llevar sólo 10 meses de gestión ya parece superado por circunstancias como la reconstrucción, conflicto en Rapa Nui, inseguridad y ahora la verdadera revolución pingüina en Magallanes.
Por el bien de Chile, es de esperar que le vaya bien a este equipo, ya que las incorporaciones representan –más allá de las naturales diferencias que tenemos- la reivindicación de la política en el arte de gobernar las democracias del siglo XXI.