“Los personajes mencionados en este artículo son solo creación de su autor no poseen existencia real y toda semejanza con la vida real es sólo una mera coincidencia“.
En el fútbol hay 2 tipos de jugadores. Los que se atreven y los que no se atreven. De los últimos poco se conoce por su falta de audacia y nula influencia en los resultados colectivos. Respecto de los que se atreven debemos distinguir, los que quieren ser útiles y los que sólo quieren ser importantes. Estos últimos son los que más figuran, los que sacan aplausos en el corto plazo y con una jugada pequeña logran ponerse en primera plana. Se agrandan en los primeros minutos y poseen un elevadísimo concepto de sí mismos. Generalmente hacen “una jugada de más”. Son los que no aceptan compartir los triunfos, en cambio endosan la responsabilidad de las pérdidas. Buscan culpables en todo y por todo y carecen de sentido común para evaluar las situaciones. No escatiman en golpear a sus adversarios cuanto logran burlar su marca o simplemente cuando lo superan en capacidad.
Por su parte, los que atreviéndose tienen conciencia y disposición de ser útiles no siempre brillan desde el comienzo pero de a poco se transforman en un 8 o un 10 por donde resulta imprescindible que pase el balón. Son armadores, con visión, con la pausa necesaria para entregar los pases para que -si se requiere- sea otro el que celebre en primera persona. Son “armadores” de juego. Los que saludan a otro efusivamente cuando aquél triunfa y participan del dolor del arquero batido. Los que no buscan excusas ni culpables por los errores propios y los que están dispuestos a aprender de sus propias caídas. Los que escuchan al “profe” y los que asumen que no tienen porqué saber todo tipo de técnicas ni jugadas y están dispuestos a aprender con humildad, aún del adversario. Los que entrenan mientras los otros dan entrevistas. En fin, son los que tienen conciencia de que su trabajo es determinante para el equipo y, por tanto no tiene miedo a perder cámara o sacrificar imagen propia en función del colectivo.
En la política pasa igual y hace más de medio siglo lo dijo Churchill: “el problema de esta era es que hay pocos que quieren ser útiles y muchos que sólo quieren ser importantes”. Frase plenamente vigente en este país en pleno siglo XXI. Hoy hay quienes siendo convocados a ser parte de un equipo o liderarlo, han optado por ser más importantes que útiles. En desmedro del proyecto colectivo. Pasa en el gobierno y también en la oposición. Es una tentación humana privilegiar el proyecto individual ante el colectivo. Brillar sólo en vez de compartir los triunfos. En la oposición eso es un problema porque impide reagrupar fuerzas para presentar un proyecto común para reconquistar a los electores y su consecuencia directa es la dispersión y la falta de cohesión. Para el gobierno resulta peor aún, porque es el llamado a gobernar, a conducir, a dar gobernanza a la nación. Cuando hay más “importantes” que “útiles” entonces puede haber una constelación de estrellas sin coherencia ni visión común, sin relato. El resultado, destellos impactantes de corto plazo con escasa influencia en los destinos de una nación. Al gobierno le falta un 10 o un 8 que sea capaz de articular, hacer la pausa, dar juego, hacer tiempo, defender y atacar, pero siempre en fair-play. Lo que hemos visto hasta hoy es un equipo donde algunos incluso patean contra su propio arco, donde el 5 pretende ser 10 y el llamado a ser 10 ya no supo hacerlo, la hinchada propia y la contraria se dieron cuenta y sólo esperan que el profe se atreva a reemplazarlo. Debe hacerlo porque el árbitro ya se percató que el 10 sólo pretende ser “importante “a cualquier precio. Detectó que su forma de ganar es golpeando al rival o tratando de quebrar al equipo contrario. Que lo hace por debajo cuando el árbitro se da vuelta. Se percató que anda más preocupado de generarle problemas al adversario que de hacer las cosas bien. Y lo más delicado, es que a más de 14 meses no ha dado un solo pase gol. Los escasos goles del equipo han pasado por ministro(a)s útiles y menos importantes pero con sentido de lo colectivo. Al profe no le sirve que la pelota pase por el lado del 10 y al equipo le dé lo mismo tocársela y, al contrario algunos prefieran no tocársela por miedo a perderla o generar un conflicto con el adversario, con el árbitro e incluso con los propios jugadores e hinchas.
En fin, las eliminatorias se están jugando y aún falta mucho por hacer, lo cierto es que si no refuerzan el equipo con un 10 talentoso la situación seguirá complicándose, ya no sólo para su equipo, sino para el país, porque la cantidad de jugadores golpeados está generando problemas con otros intervinientes porque el 10 ha sido agresivo con muchos, transformándose en una fuente de conflictos más que de soluciones.
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