jueves, 15 de noviembre de 2012

HASTA QUE LLEGÓ EL TERCER CAMBIO DE GABINETE

Hasta que llegó el tercer cambio de gabinete. Rodrigo Hinzpeter incluido. Los presidenciables salen a la calle a enfrentarse directamente en una batalla electoral para conseguir el apoyo de la derecha y el presidente decide poner a su primo como ministro del Interior. Lo cierto es que más allá de lo que se había especulado se trató de un ajuste ministerial acotado aunque acertado para los tiempos que vienen.

La salida de Golborne y Allamand era cuestión de días. Ambos se ubicaron en la pole position de la disputa presidencial de la derecha. Atrás quedaron Longueira y Matthei, quienes en su fuero íntimo aún albergaban esperanzas de participar de dicha carrera. Se nota la diferencia de tonelaje de ambos. Allamand con vasta experiencia prefirió no ser parte de la derrota electoral, mientras que un entusiasta (e inexperto) Golborne recorrió 14 comunas donde su candidato(a) fue derrotado(a). Casos emblemáticos fueron Zalaquett en Santiago y Sol Letelier en Recoleta.

De los otros movimientos creo necesario destacar la salida de Hinzpeter desde interior y su paso a Defensa. Era unánime que su desempeño no había sido bueno. Llegó con intención de asumir un desafío inédito. Liderar la lucha contra la delincuencia. Su inexperiencia no le permitió advertir la incompatibilidad de dicho desafío con la necesidad de ejercer como jefe de gabinete y articulador político del gobierno. Se le dieron más herramientas (Ministerio del Interior y seguridad pública y dependencia de policías) y presupuesto que a ningún otro ministro del interior para combatir el delito, pero la última encuesta de victimización reveló un aumento de 10,3% de los delitos entre 2011 y 2010 y su gestión era rechazada por el 83% de los ciudadanos. Era natural, más allá de sus buenas intenciones, el cargo de Ministro del Interior demanda un conjunto de responsabilidades adicionales que le impedían dedicarse por completo a tan importante misión. No fue capaz de convertirse en el articulador político que requería el gobierno. Sus roces con la UDI por temas valóricos, sus malas relaciones con el poder judicial, ministerio público, defensores públicos y con los partidos de oposición hacían inviable que se convirtiera en un “panzer” a pesar de haber contado con inusitados niveles de confianza presidencial. Su paso a Defensa fue una salida digna para un colaborador leal y estrecho. Me recordó lo de Vidal en 2008 cuando se selló su paso desde la vocería a defensa.

Un acierto la conformación del nuevo equipo político. Chadwick de vasta trayectoria y habilidad política imprimirá un sello distinto donde el diálogo y la articulación política serán destacados. La seguridad será un tema en cuanto no se transforme en un gran “costo político” pero ciertamente su misión será otra. Recomponer relaciones con los diversos actores e intentar un buen “cierre” para Sebastián Piñera. La nueva vocera sin duda pondrá en aprietos a la oposición. Carismática, política y cercana, Cecilia Pérez quien en un gesto de lealtad absoluta con el presidente renunció a su opción parlamentaria para quedarse en palacio y aportar cercanía y habilidad política a un gobierno que comienza su retiro.

Es de esperar que el equipo político comprenda que el poder político ya enrumbó hacia las sedes de los partidos políticos y, por lo tanto, les queda administrar bien el cierre y lograr acuerdos con la oposición que permitirán que el presidente Piñera más allá de sus convicciones entienda que de estos últimos 11 meses dependerá el juicio político y ciudadano a su paso por la moneda.

jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Y DÓNDE ESTÁN LOS VOTOS?

Por décadas los procesos electorales en Chile han gozado de transparencia y oportunidad. Quizás el recuerdo de un agotado y desafiante Alberto Cardemil la noche del 5 de Octubre de 1988 cuando dilató por largas horas los resultados de aquél plebiscito llevaron a los “hombres de la transición” a instaurar un sistema de organización de elecciones extremadamente riguroso, transparente y oportuno para evitar dilaciones o especulaciones sobre sus resultados. Desde 1990 los Subsecretarios del Interior sin abandonar su naturaleza política se transforman en garantes del proceso electoral; se trata de una función de estado que trasciende al gobierno de turno y su natural adhesión partidaria. El subsecretario se encuentra investido de una función republicana: Velar por el recto ejercicio de uno de los pilares fundamentales de la democracia, el derecho a sufragio. Desde la impresión de los votos, la distribución de materiales, sistemas informáticos y hasta la transmisión de los resultados componen el mayor desafío de dicha subsecretaría.

Lo que vimos en esta elección fue un episodio para olvidar. Múltiples disputas por falta de comunicación oportuna marcaron los días previos. Pero lo peor estaba por venir. El domingo 28 de Octubre el Subsecretario del Interior junto con entregar los resultados relativos a Alcaldes publicó el resultado relativo a concejales faltando el 18% de las mesas. El problema fue que la página web señalaba que se trataba del 100% de los votos emitidos, cuando las cifras reflejaban el resultado de sólo el 82% de los votos emitidos. Así por ejemplo, en la comuna de Santiago figuraban 80.000 votos en la elección de Alcaldes y sólo 55.000 en la elección de concejales. ¿y dónde están los votos de concejales? Se preguntó mucha gente. La explicación era fácil: El sistema informático detectó inconsistencias en el 18% de las mesas por lo que se reenviaron a los colegios escrutadores los que revisaran las actas y dentro de 2 dias el Servel publicará los resultados definitivos. Junto con ello la autoridad debió asumir el error de la web y corregir señalando que los resultados publicados correspondían al 82% de los votos totales y no al 100% como aún hace mención. Pero el subsecretario del Interior no fue capaz de explicar la situación, optó por abandonar su rol de garante y prefirió salir a combatir acusando a la oposición de enlodar el proceso y como ya es su tradición intentó empatar con la elección anterior. Equivocó el camino ya que a diferencia de esta elección, en la anterior se tuvo la precaución de informar los porcentajes y, las inconsistencias no superaron el 8%, mientras que aquí llegaron al 18% con casi 1 millón de votos sin ingresar al sistema y sin información alguna. Cundió el pánico, algunos dirigentes irresponsablemente comenzaron a hablar de la “pérdida de un millón de votos”, otros en medio de una plaza gritaban “se robaron los votos” y la situación se descontroló por la porfía o incapacidad de la autoridad de no explicar clara y oportunamente el proceso electoral. El sistema se encuentra cuestionado situación inédita desde el retorno a la democracia. La actual autoridad destruyó una tradición republicana por arrogancia o ineptitud. Como agravante, a través de un twitter de @fernandopaulsen se conoció un documento oficial de la empresa que se adjudicó el sistema de líneas de transmisión de datos para el proceso electoral fechado 5 días antes de las elecciones, donde le advierte al ministerio del Interior de omisiones graves e incumplimientos de parte de la Subsecretaría de interior que ponen en riesgo la seguridad y el recto funcionamiento del proceso de transmisión de datos electorales.

Todo lo anterior refleja que la autoridad no estuvo a la altura del desafío que significa organizar una elección de carácter nacional, ni menos aún de dar oportuna conducción a las dudas legítimas de la opinión pública frente a inconsistencias de información en la elección de concejales. El gobierno "de los mejores" una vez más queda al debe, pero lo que más preocupa es que el próximo año ni siquiera habrá autoridad que anuncie los resultados ya que la ley de inscripción automática terminó con la tradición republicana del subsecretario del Interior otorgando los resultados (con mi voto en contra), lo que se traducirá que si ocurre lo mismo, no habrá a quien reclamar, o quizás sólo podremos hacerlo marcando un ya cada vez más común (e insoportable) número 800.

viernes, 5 de octubre de 2012

SEGURIDAD EN SANTIAGO: ALGO DE HISTORIA

Recientemente apareció en el cuerpo C del diario El Mercurio, que los delitos violentos registrados por Carabineros de Chile se habrían reducido en un 20% en el centro de Santiago como resultado del trabajo focalizado que realizaron la policía uniformada, el Gobierno y la Fiscalía Norte. La autoridad arguye que estas bajas se deben a los esfuerzos crecientes por atrapar a los delincuentes y a las bandas que allí operan. Sin embargo, la nota no presenta datos sobre las sentencias condenatorias pronunciadas en el periodo ni sobre la evolución de las aprehensiones en el sector. Estos datos resultan fundamentales para poder justificar estas bajas.

Una primera observación es que la autoridad no puede asimilar “denuncias” o “casos policiales” con delitos ya que existe un considerable número de delitos que efectivamente se cometen y que –por diversas consideraciones- las policías y el sistema de persecución no conocen (cifra negra).
Una segunda observación dice relación con la falta de información respecto de la cantidad de sentencias condenatorias obtenidas y el número de las privativas de libertad en el período, ya que resulta común para locatarios y vecinos observar el efecto de la “puerta giratoria” donde luego de las denuncias se producen detenciones y a las horas el hechor vuelve al lugar para seguir delinquiendo.
Un tercer elemento lo constituye la imperiosa necesidad de reponer una estrategia colectiva utilizada hace algunos años cuando junto al entonces alcalde Raúl Alcaíno pusimos énfasis en la reducción de actividades que facilitaban conductas predelictivas como el comercio ilegal y las aglomeraciones aprovechadas por lanzas para cometer sus delitos. En aquella oportunidad los esfuerzos conjuntos de municipio, gobierno, Fiscalía, carabineros, PDI, Cámara Nacional de Comercio y el SII, arrojaron en este mismo sector importantes bajas en los delitos (no sólo denuncias) por robos violentos (-36%) y robos por sorpresa (-21%).

Este trabajo se baso en la idea de reducir los factores de riesgo asociados a la comisión de delitos en lugares donde se concentra gran cantidad de población flotante. Estos espacios, que presentan menos vínculos de solidaridad entre las personas, pueden ser abordados con políticas basadas en los postulados de la teoría de las ventanas rotas (Kelling y Wilson, 1982). En aquella oportunidad mediante la acción fiscalizadora que pueden ejercer el municipio y las policías se buscó desmantelar el comercio ambulante no autorizado para restablecer el imperio de la ley en el área y desincentivar, con ello, las conductas delictivas. También se instalaron diversos cuarteles móviles para facilitar las denuncias y se sensibilizó a los transeúntes sobre la importancia de denunciar y sobre las conductas de autoprotección. Al mismo tiempo, mediante reuniones periódicas, se facilitó el trabajo de coordinación entre las policías y la fiscalía para desmantelar las bandas que operaban en el sector.
A diferencia de la actual intervención, para monitorear el trabajo y medir sus resultados se utilizaron dos fuentes adicionales de información: las sentencias condenatorias aplicadas a delincuentes que operaban en el sector lo que permitió medir la eficacia de la acción penal y encuestas locales realizadas a transeúntes.

Los resultados fueron importantes para su evaluación. Las sentencias condenatorias aumentaron en algunos periodos a más del 80% de los imputados por robos por sorpresa. Mas de la mitad de lo consultados percibió que el comercio ambulante había disminuido, los ciudadanos que consideraron que la presencia de carabineros había aumentado en el periodo se incremento en más de 10 puntos porcentuales (30%) y casi la mitad de las personas entrevistadas considero que el centro de Santiago había mejorado sustancialmente luego de la intervención.

Si ponemos en la balanza ambas intervenciones podemos decir que la actual autoridad centra todos sus esfuerzos en la reducción de las denuncias, lo que constituye un riesgo en cuánto evalúa sus políticas públicas en función de un indicador que –como ya se dijo- es parcial.

Por otra parte, si las instituciones policiales serán evaluadas en razón del número de denuncias que reciben, ciertamente se estará incentivando la no recepción de las mismas, experiencia vivida en el pasado, que termina por disminuir aún más la confianza´ass la cal. za ciudadana en el sistema de protecciue termina por disminuir aos receptores de ellas a elaborar estrategias desti ciudadana en el sistema de protección y persecución delictual.

Otro aspecto que debe considerarse es que delito que no se denuncia es un delito impune ya que nadie lo investiga. Por ello es que si bien las denuncias son un indicador complementario relevante, deben analizarse conjuntamente con los indicadores de victimización para obtener resultados reales.

Así, al cruzar los datos de victimización y denuncias en la comuna de santiago surge una preocupación inicial. Mientras los delitos de robo por sorpresa suben 30,6%[1], las denuncias por ese delito caen -4,8%[2]. Similar situación ocurre con el robo con fuerza a la vivienda que sube 5,9%[3] y sus denuncias caen -8,0%[4]. Es decir, mientras los delitos suben, el conocimiento del sistema es menor, lo que favorece la impunidad de los delincuentes.

La peor ecuación que puede obtenerse en materia de seguridad es el incremento de la victimización y la disminución de las denuncias. Por el contrario, un sistema serio y responsable debe propender a disminuir los niveles de victimización e incrementar las denuncias para que los delitos que se cometen sean efectivamente investigados y perseguidos.

El país no se inició el año 2010. Existe una historia de ensayos y experiencias acumuladas en la lucha contra el delito. Algunas positivas y otras fallidas. La literatura es amplia al respecto y existen funcionarios civiles y policiales que forman parte de dichas historias y experiencias y constituyen un patrimonio del estado de chile. No de un gobierno de turno; y por tanto deben ser aprovechadas para no repetir errores y avanzar en la consolidación de un sistema de seguridad que permita prevenir la ocurrencia de delitos y perseguir y sancionar proporcionalmente a quienes los cometen.

El ejercicio de las libertades supone condiciones básicas de seguridad y para ello la innovación, la experiencia y la permanente evaluación constituyen elementos que propenden a mejorar nuestras condiciones de seguridad y, por tanto de protección de la libertad.

No se trata entonces de criticar políticamente la actuación de la autoridad, sino de aportar con experiencia técnica y política avalada por resultados objetivos a la disminución de los niveles de inseguridad en nuestro país.

[1] ENUSC 2011, INE
[2] Ministerio del Interior, reporte de denuncias recibidas por Carabineros de Chile y PDI.
[3] Idem 1
[4] Idem 2

lunes, 1 de octubre de 2012

A MAYOR PRESUPUESTO MÁS DELITOS

En el marco de la discusión presupuestaria del año 2011 algunos legisladores planteamos la necesidad de revisar técnicamente los programas preventivos “piloto” que el gobierno había implementado durante el año 2010. En aquella oportunidad la autoridad nos acusó de obstruccionismo. Lejos de ello nuestra intención fue exigir -como corresponde- una evaluación técnica externa para medir los impactos reales de dichos programas de seguridad a fin de fortalecerlos o exigir modificaciones, segun fueren sus resultados.
Ad portas de una nueva discusión presupuestaria, las cifras de delitos lamentablemente nos dieron la razón. El organismo emisor (INE) afirma que durante 2011 la victimización se elevó en 10,3% y entre otros, el delito de robo con fuerza en la vivienda aumentó un 34%.

Por su parte, la Fundación Paz Ciudadana a través de su instrumento de medición reveló un incremento aún mayor en los niveles de victimización de hogares en el mismo período. Al observar los resultados comunales de la ENUSC, es posible advertir que en el 56% de las 101 comunas medidas aumentó la delincuencia, el temor y la percepción de los encuestados que en los próximos doce meses serán víctimas de un delito. En el 30% de dichas comunas se estaba implementando el programa preventivo Barrio en paz, lo que permite concluir que dicha estrategia preventiva local no logró reducir ni el delito ni el temor, sino por el contrario subieron el delito y el miedo y sólo bajaron las esperanzas de mejoras en el futuro.

Por su parte, el plan preventivo para el sector comercial tampoco está dando los frutos esperados. Según la encuesta especializada de la Cámara de Comercio y Adimark, durante 2011 uno de cada dos locales comerciales fue víctima de algún tipo de delito, aún cuando un 60% de ellos había realizado inversiones en seguridad. ¿Seguirá la autoridad obstinada en mantener programas sin resultados prácticos; o reducirá la discusión a una disputa política descalificando a quienes pretendemos mejoras en la seguridad pública? 
En todos los estudios de opinión, la seguridad constituye la principal preocupación ciudadana, por ello es que es imperativo que la autoridad asuma con liderazgo acciones eficaces y eficientes, convoque a todas las instituciones a cooperar y promueva las reformas que se requieran para prevenir mejor, controlar más y disminuir la impunidad delictual por el bien común de nuestro país. La innovación parece adecuada, pero debe acompañarse de evaluaciones periódicas para evitar incremento de gastos sin resultados.

El Congreso Nacional le aprobó a este gobierno el año 2011 el presupuesto en seguridad más alto de la historia y aún así los resultados son negativos. Es de esperar que en este nuevo proceso legislativo, la autoridad deje de lado la autocomplacencia y comprenda que habemos muchos que consideramos que la seguridad es condición básica para el desarrollo individual, familiar, económico y social de un país y, por tanto, no hay que escatimar esfuerzos por recuperar la senda de disminución de la victimización y la criminalidad en Chile.

domingo, 16 de septiembre de 2012

CENTRAL CASTILLA, LUZ AMARILLA A LA INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL

En un reciente congreso convocado por el Ministerio del Medio ambiente se me pidió emitir opinión sobre la nueva institucionalidad jurisdiccional ambiental. Los tribunales ambientales. Junto con valorar la consolidación de un modelo institucional que distingue entre el rol de elaborar política pública; evaluar técnicamente proyectos; supervigilar el cumplimiento de la legislación; y la resolución de controversias o litigios; me permití advertir sobre la inconveniente participación del Senado en su integración y la excesiva competencia sobre normas de carácter técnico-político como el PPDA. Pero mi reflexión central radicó en que con la creación de los tribunales ambientales estábamos creando una institucionalidad jurisdiccional para resolver en sede judicial lo que la sede administrativa no era capaz de superar. Es decir partimos del supuesto que los proyectos se decidirán en sede jurisdiccional, lo que acarrea dilaciones, resta valor a la decisión administrativa y crea inseguridad jurídica.

El reciente fallo de la Excma. Corte Suprema sobre el proyecto “Central Castilla” es fiel reflejo de lo advertido. La incapacidad del sistema administrativo para resolver las falencias o divergencias surgidas en el marco de la tramitación administrativa medioambiental. Sin realizar juicio de valor sobre la sustentabilidad del proyecto, el hecho objetivo es que a pesar de que la administración técnico ambiental había aprobado el proyecto, la justicia revocó dicha autorización. Es decir, lo que la administración no fue capaz de observar en su largo camino y diversidad de instancias, la justicia lo sancionó de manera negativa. Quienes lucharon contra la termoeléctrica hoy están de fiesta porque el proyecto ha sido declarado judicialmente inviable. Pero me permito advertirles del riesgo evidente de nuestra institucionalidad ambiental al resolver –de manera creciente- por la vía judicial los proyectos sometidos a evaluación ambiental. ¿Qué pasaría si la institucionalidad ambiental administrativa rechazara un determinado proyecto y su titular recurriera a la justicia y fuere ésta la que le diera la autorización?

El camino de la vía judicial es definitivamente más larga que la vía del “telefonazo” que nos mostró el presidente de la república hace algún tiempo. Pero ambas tienen en común el debilitamiento del sistema de evaluación ambiental y la decisión de autoridad investida para ello.
El valor de la decisión administrativa hoy tiene menos peso que ayer. Lo que la Corte Suprema ha dicho es que más allá que todas las instancias administrativas consideren positiva (o negativamente) un determinado proyecto, la vía judicial es la que resuelve las divergencias, por tanto el estado de chile no podrá decir a un inversionista que si cumple con la norma ambiental, estudios y exigencias establecidas por al administración, su proyecto será aprobado. Hoy además habrá que relativizar la decisión de la autoridad pública en función de la resolución judicial. Situación que me parece riesgosa cualquiera sea la decisión sobre un futuro proyecto sometido a su consideración.
El tema no radica (solamente) en la (in)conveniencia de implementar tal o cual proyecto sino en la necesidad de contar con un sistema sólido que evite el creciente proceso de judicialización de los proyectos sometidos al sistema de evaluación y que de certezas a quienes pretenden invertir y a quienes se oponen al proyecto. Porque de lo contrario la creación de los tribunales ambientales habrá sido sólo la creación de una nueva instancia en el largo camino de evaluación de un proyecto.

¿Proceden las críticas de la ministra del medio ambiente a los fundamentos del fallo de la Corte Suprema? Ciertamente la autoridad –como cualquier ciudadano- es libre de emitir opinión. El tema radica que la autoridad pública –a diferencia de cualquier ciudadano- debe seguir normas estrictas de actuación, una de las cuales le prohíbe cuestionar el fundamento de las resoluciones judiciales, justamente lo que ha hecho la señora ministra. Lo peor es que según recientes informaciones, sus críticas habrían sido “visadas” por el primer mandatario. ¿cuál sería el objetivo político de ello? Aparecer solidarizando con el empresariado crítico con dicha decisión judicial. Pero más allá de el efecto buscado por la moneda, lo cierto es que no resulta creíble ya que quien inauguró el daño a la institucionalidad ambiental fue justamente el Presidente Sebastián Piñera con el “telefonazo” que botó a barrancones, hecho que el empresariado no olvidará.
Independiente del debate político resulta indispensable que se reponga la capacidad del sistema de evaluación para decidir sobre los proyectos sometidos a su evaluación y así poner término a la incertidumbre que hoy ronda en nuestro país.

lunes, 20 de agosto de 2012

EXPOSICIÓN DE DATOS PERSONALES…OTRA VEZ

Hemos visto una nueva publicación de parte del Servel de nombres y domicilios de millones de ciudadanos electores. La finalidad de dicha publicación es permitir que cada elector se informe del registro definitivo de su inscripción electoral y, en caso de errores u omisiones, poder reclamar oportunamente ante el mismo servicio electoral.

Para efectos de dar cumplimiento a lo determinado por el artículo 32 de la ley 18.556, el Servicio electoral ha procedido a publicar el denominado "padrón auditado" de electores para la próxima elección municipal. Según la normativa vigente, el padrón auditado debe contener el nombre, rut, sexo, domicilio electoral, circunscripción, mesa y registro de votación. Dicha información, de conformidad al inciso 4º de dicha norma debe ser publicado en el sitio web del Servel. Lo que no dice la norma es la forma de publicación. Es decir, era perfectamente posible que el padrón pudiere haber sido publicado en el sitio web y cada elector pudiere haber consultado su situación electoral ingresando su número de rut y algún código de autenticación a fin de evitar el acceso universal a los datos del padrón electoral.

Esta situación fue largamente debatida en la comisión de constitución ella Cámara de diputados sonde me permití ingresar una serie de indicaciones destinadas justamente a dar debida protección a los datos que contendría el padrón electoral (provisorio, auditado y definitivo). Más tanto el gobierno a través del Ministro secretario General de la Presidencia, diputados de gobierno como de oposición no estuvieron por acoger mis indicaciones que buscaban crear un mejor estándar de protección de los datos personales. Recuerdo que en el marco de la discusión, el asesor de la Segpres, Andrés Tagle, argumentó en contra de mis indicaciones asegurando que era bueno que todos los chilenos conocieran de manera transparente los datos de los padrones electorales, a lo cual me opuse habida consideración de los peligros que podría acarrear la publicación de domicilios de ciudadanos sujetos a medidas de protección judicial, o de personas que en razón de sus cargos pudieren sufrir algún tipo de amedrentamiento en sus domicilios particulares.

Esta situación no es nueva, ya que hace aproximadamente 2 meses, fuimos testigos de una situación similar ya que de conformidad al artículo 31 de la ley 18.556 el Servel con 110 días de anticipación debió publicar el "padrón provisorio" donde por primera vez se dio acceso universal a los datos del padrón electoral. Se produjo una gran convulsión en las redes sociales y medios de comunicación. Allí se argumentó que era la ley la que obligaba al servil a realizar dicha publicación y que vendría una segunda (padrón auditado) y tercera (padrón definitivo) publicación con similar información. En aquella oportunidad la autoridad de gobierno se comprometió a legislar para restringir la cantidad y naturaleza de la información que debía ser publicada por el Servel. Sin mediar proyecto de parte del gobierno, un grupo de diputados presentó una moción parlamentaria destinada a restringir la información que debía publicarse. Dicha moción fue objeto de una indicación del gobierno destinada a perfeccionarla. Conscientes de la urgencia de su aprobación, la Cámara de diputados el día 11 de Julio recién pasado la aprobó por amplia mayoría (92 votos a favor y 0 en contra) enviándola al Senado para su segundo trámite constitucional. Transcurridos mas de 30 días desde que la Cámara de Diputados lo aprobó, el Senado de la república aún no lo discute y somos testigos como nuevamente millones de electores vuelven a sufrir la sobre exposición de sus datos, en particular de su domicilio.
Probablemente para muchos y muchas la publicación de sus domicilios no pase más allá de una molestia por exponer una parte de su privacidad. No obstante, para otros puede constituir un elemento de riesgo. Así, la publicación de domicilios particulares de policías, fiscales, periodistas o ciertas autoridades puede significar un incremento en los riesgos producto de la naturaleza de sus funciones, decisiones, fiscalizaciones o reportajes, según corresponda. De igual forma, la publicación de domicilios de personas víctimas de violencia intrafamiliar o abusos sexuales sujetas a medidas de protección puede incrementar el nivel de riesgos de ser revictimizados. Es decir, puede aumentar su nivel de riesgo.

Ciertamente el Servicio Electoral no ha pretendido nada de lo anterior, sino más bien cumplir con la ley y publicar de manera transparente la información electoral para que cada ciudadano pueda ejercer oportunamente el derecho de impugnación frente a errores u omisiones de dicho registro. Pero lo cierto es que mientras se mantenga poublicada la información en las actuales condiciones, resultará imposible que personas o instituciones las bajen, las almacenen, las traten, vendan, cedan o transfieran para fines distintos de los buscados por el servicio electoral. En otras palabras, el cumplimiento de la ley y la buena intención del servil no serán suficientes para evitar que dichos datos terminen sirviendo para fines muy diversos, incluso comerciales o fuente de defraudaciones. Por ello es que resulta extremadamente relevante que el gobierno le ponga “discusión inmediata” al proyecto de ley que hoy duerme en el senado a fin de que la restricción de la información de parte del Servel tenga sustento jurídico y en la próxima publicación que de conformidad al artículo 33 de la ley 18.556 debe realizar el servil del "padrón definitivo" con 30 días de anticipación a la elección lo que se publique, o la forma en que se publique incremente el estándar de seguridad de los datos de los electores.

Finalmente creo pertinente insistir en una idea que vengo planteando desde hace algún tiempo en cuanto a la necesidad imperiosa de crear una Agencia de protección de datos personales, a fin de elevar los estándares de seguridad del manejo, almacenamiento, seguridad y tratamiento de nuestros datos personales y comerciales. Contar con una autoridad especializada para velar por el cumplimiento de las normas de protección de datos y sancionar a las empresas o instituciones públicas que vulneren la ley y dar así la debida protección a un nuevo derecho fundamental de toda persona, el derecho de protección de sus datos personales.

lunes, 13 de agosto de 2012

PRESENTACIÓN DE CIFRAS Y EVALUACIÓN DE DESEMPEÑO: CUANDO LA AUTOCOMPLACENCIA SEDUCE LA AUTORIDAD Y LA CIFRA SE TRANSFORMA EN UN FIN

Toda política pública busca tener un impacto y corregir situaciones de la realidad consideradas problemáticas. En este contexto, una de las etapas más decisivas en la implementación de programas encaminados a favorecer estos cambios, es su monitoreo y evaluación. Desde este prisma, uno de los errores más recurrentes del actual gobierno ha consistido en presentar, a veces de manera apresurada y poco prolija, la evolución de los indicadores disponibles para mostrar la eficacia de su gestión. Lo vivimos en estos días con la publicación de los resultados de la encuesta CASEN 2012, metodología que adolece de importantes falencias y que, por consiguiente, llama a interpretar los datos con extrema cautela. ¿Qué hizo el gobierno?.Se obstinó en mostrar los resultados de tal modo que le favorecieran comunicacionalmente, haciendo gala de un supuesto enorme descenso de la pobreza, en circunstancias que dicha baja estaba dentro de los márgenes de error y sólo retomaban la senda de caída pre crisis de 2008. ¿El desenlace de esta obstinación?, que después de la avalancha de críticas que suscitó la interpretación de los resultados, a chilenos y chilenas nos queda medianamente claro que la pobreza en Chile no se ha reducido de manera significativa y que se ha puesto en entredicho un instrumento de medición respecto el cual deberían existir consensos importantes e interpretaciones consistentes para avanzar con mayor celeridad en un tema como la pobreza en el que siempre la urgencia ha sido y seguirá siendo la consigna.

Y ahora le toca el turno a las estadísticas del delito. El día jueves 2 de agosto recién pasado, las autoridades anunciaron como indicador de reducción de la delincuencia la baja de las cifras de denuncias y de detenciones en flagrancia por delitos de mayor connotación social (12,4% y 11,3%, respectivamente). Lo curioso, es que hace un año, en igual período, las alzas exhibidas en estos mismos indicadores eran presentadas por las mismas autoridades como una buena noticia, esgrimiendo que reflejaban un aumento de la confianza de las víctimas en el sistema de justicia, lo que les hacía denunciar más, y en la mejora de la eficacia policial. Más allá del hecho anecdótico, estas interpretaciones contrapuestas reflejan en gran medida la debilidad del propio indicador que, en vez de dar cuenta de la realidad de modo lo más objetivo posible, permite interpretarla de manera antojadiza.

Pero más allá de la casuística, los ejemplos mencionados, reflejan un problema grave de este gobierno: un afán desmedido por mostrar, a cualquier precio y sin rigor metodológico un mejor desempeño en áreas que sabe son claves para la ciudadanía.

Pero eso no es todo. Recientemente la Fundación Paz Ciudadana ha publicado los datos de la encuesta de victimización que realiza con Adimark. Los resultados nos muestran que la victimización se mantiene estable en los niveles más altos desde que se realiza la encuesta (39,3% de los hogares victimizados). Por su parte, la revictimización, el segundo indicador duro de este estudio, se ubica en los niveles más altos observados desde que se tienen registros, mostrando que más del 90% de los delitos se concentra en un número reducido de hogares. Y si bien una buena noticia es que los niveles de temor bajaron, el comportamiento cíclico de este indicador no permite decir aún que se trata de una tendencia.

Pese a la existencia de estudios que concluyen que no se ha podido demostrar la contribución del trabajo policial en la reducción del delito, el gobierno dice haber implementado una estrategia policial efectiva. Sin embargo, esta estrategia consiste principalmente en el despliegue de tecnologías de la información para apoyar la toma de decisiones. ¿Cuántas de ellas son atribuibles a la actual gestión? Carabineros viene desarrollando desde hace años un proceso de modernización que le ha permitido introducir estos dispositivos. Nombremos los procesos mas importantes: la automatización de su base de datos (AUPOL) para su utilización en tiempo real (2000), la introducción de cartografía para facilitar el análisis territorial del delito (2008), los paneles de control y los indicadores que componen el sistema de control de gestión (2004), la elaboración de orientaciones que permiten trabajar en torno a objetivos estratégicos de mediano plazo (2000), el diseño y la implementación de una estrategia policial innovadora como es el plan cuadrante de seguridad preventiva (1998), la implementación de una metodología para establecer la demanda y la oferta de los servicios policiales (1998), y finalmente, la difusión de metodologías para mejorar el uso de la información en las comisarias a través del manual del plan cuadrante (2002). Nos queda el famoso Sistema Táctico de Análisis Delictual (STAD) que consiste en agrupar las estadísticas de denuncias y detenciones en un solo tablero, cosa que en la práctica ya se estaba haciendo, y en realizar reuniones mensuales para monitorear a las unidades operativas, situación que también se estaba produciendo a través del sistema AGEOP (Análisis de la Gestión Operativa).

No es mi intención juzgar intensiones, pero lo que se publicó en los diarios con bombos y platillos como el cierre de la implementación de un “nuevo” e “innovador” Sistema Táctico de Análisis Delictual, no es más –ni menos tampoco- que una reorganización de estrategias ya existentes.Puede decirse que no es tan grave, incluso que es hasta legítimo que el gobierno quiera mostrar resultados. Evidentemente que el problema no está en ello, si no en que interpreta los datos a su conveniencia, se apropia de acciones que los organismos públicos de manera sistemática ya venían realizando hace años y, por si fuera poco, fuerza las estadísticas para presentar como cambios sustantivos, leves fluctuaciones en indicadores que cómo ya dijimos no siempre son sólidos metodológicamente hablando. Lo más preocupante de esta dinámica es que las autoridades transforman el instrumento de medición en un objetivo en sí mismo, en un fetiche comunicacional dejando en un segundo plano la evaluación seria y efectiva de los impactos que están teniendo las políticas públicas.

El ejemplo de las grandilocuentes interpretaciones de los resultados de la encuesta Casen, la ENUSC 2011, la evolución de las tasas de denuncias y la reciente medición de la Fundación Paz Ciudadana, revelan una mirada autocomplaciente por parte de las autoridades que en vez de identificar fortalezas y debilidades para corregir programas y políticas, evade la realidad y por tanto su responsabilidad. Dicha actitud le hace muy mal a la actividad pública en general, ya que favorece la instalación de la mediocridad y el conformismo en los equipos de trabajo; y lo que es peor, infunden un daño estructural en la credibilidad que tienen expertos y ciudadanos en los indicadores y sus órganos emisores, llevando a la disputa pequeña datos que debieran servir de orientación para políticas públicas de largo alcance, que trasciendan la mirada cortoplacista y nos ayuden a generar los cambios de fondo que necesita nuestra sociedad.

miércoles, 8 de agosto de 2012

MI RECHAZO AL AJUSTE TRIBUTARIO

Para aquellos que enarbolamos banderas de centro izquierda, la igualdad constituye un imperativo ético y, por consiguiente la disminución de las desigualdades se encuentra en nuestra carta de navegación. Como otros elementos, la educación constituye una efectiva herramienta para disminuir las desigualdades y, por tanto, es nuestro deber incrementar su cobertura y calidad.

Si a estas alturas del desarrollo del país. Como estado no podemos garantizar educación pública de calidad para la mayoría de las familias, entonces en vez de seguir incrementando el subsidio a la educación particular a través de subvenciones, debemos ser capaces de incrementar las arcas fiscales para que desde el sector público aumentemos la calidad y mejoremos la infraestructura de la educación pública. Manteniendo el legítimo derecho de aquellos que puedan optar por el modelo de educación privado.

En tal sentido, la forma de incrementar los recursos públicos para grandes reformas lo constituye ciertamente el crecimiento, pero también una correcta y equitativa distribución de la carga tributaria.

En Chile la estructura tributaria es esencialmente desigual. Las personas pagan proporcionalmente más que las empresas. Quienes poseen personas jurídicas tienen infinitas posibilidades de eludir los pagos de impuestos y el FUT constituye una herramienta de descuento impositivo que aumenta las arcas privadas y empobrece las fiscales. De hecho en Chile no se paga por utilidades devengadas sino por utilidades retiradas lo que claramente nos diferencia de otras economías con mayor justicia tributaria.

Es ésta una reforma tributaria para financiar una gran reforma a la educación? NO, no lo es y explicaré por qué:

Una verdadera reforma tributaria debe ser evaluada por 3 aspectos centrales:

1 Cuánto recauda

2 Quienes pagan más

3 Qué se busca con la reforma?

Veamos algo al respecto:

1- Cuánto recauda?

Este proyecto No es una reforma tributaria. Es un ajuste tributario menor ya que junto con incrementar algunos impuestos, elimina otros lo que termina por recaudar una cifra cercana a los U$800 millones muy baja en comparación a nuestra propuesta (desde el PC a la DC) donde se consignaban medidas para evitar la elusión (evitar mecanismos para no pagar impuestos) se recaudaba cerca de U$4500 millones, es decir, casi 6 veces que la propuesta del gobierno.

2- Quienes pagan más?

El proyecto del gobierno si bien aumenta impuestos, también disminuye otros, es decir, reduce por otras vías los recursos que llegarán al estado y lamentablemente las reducciones no se concentran en los que tienen menos. Así, la reducción de 0,6 a 0,4 del impuesto de timbres y estampillas, aparece atractivo para las Pymes, pero al auscultar con mayor precisión la propuesta aparece que el 65% de los beneficiarios de dicha medida serán las grandes empresas.

3- Qué se busca con la reforma?

Luego, si la intención es recaudar recursos para la educación pública, cómo entonces se consigna un incentivo tributario (devolución de recursos) a quienes dentro de un rango de ingresos ($500.000 – $1.100.000) acrediten matriculas en establecimientos educacionales particulares o subvencionados? Es decir, este proyecto corre el cerco y realiza un acto destinado a incentivar la migración desde la educación pública a la educación particular. Lo anterior debido a que con la aprobación de esta medida, mientras los padres que tengan hijos en la educación pública no tendrán beneficio alguno, los que los tengan en la particular subvencionada o pagada, tendrán derecho a una devolución de lo pagado. Devolución que proviene de las arcas fiscales, es decir, de los mismos impuestos que se recaudan por otra vía.

El proyecto contiene elementos regresivos que permitirán a los que ganan más descontar impuestos. Si realmente se buscaba financiamiento a una reforma educacional ¿por qué el gobierno no estuvo dispuesto a aceptar la propuesta de la oposición que sólo por vía de terminar con la elusión podríamos haber recaudado más de 4.000 millones?

Este proyecto más parece un ajuste que una reforma. No aborda la injusticia tributaria ni aporta a la redistribución necesaria para hacer más equitativa la carga impositiva.

Por todo lo anterior no concurriré con mi voto para aprobar la idea de legislar, pero como somos minoría en la Cámara, de seguro se aprueba y deberemos abocarnos al estudio particular de cada medida propuesta, donde desde ya anuncio mi voto favorable a las alzas y mi rechazo a las rebajas propuestas.

jueves, 2 de agosto de 2012

DEFRAUDACIONES BANCARIAS


Las recientes (y crecientes) estafas electrónicas en portales bancarios y clonaciones de tarjetas de débito y de crédito han reeditado un debate que me permití plantear hace ya algún tiempo. La responsabilidad por dichas defraudaciones.

Hoy por hoy es la propia víctima de una defraudación la obligada a realizar una denuncia ante la institución bancaria, para luego proseguir ante el ministerio público con la persecución penal. Probablemente deberá contratar un abogado para hacerse representar en el proceso y aumentar la probabilidad de descubrir a los defraudadores. Si adicionalmente desea obtener la restitución del monto defraudado, deberá iniciar una demanda civil. Es decir, estamos en presencia de una doble victimización: Primeramente por la ocurrencia del delito y luego por el propio sistema  que le endosa toda la responsabilidad de la defraudación y además le obliga a incurrir en gastos de tiempo y recursos para perseguir a quienes lo defraudaron. 

Si consideramos que entre cliente defraudado y defraudador no existe relación directa, entonces ¿por qué ha de ser el cliente quien persiga su responsabilidad? En efecto, cuando un ciudadano se acerca a un banco para confiar sus dineros presentes y futuros, lo hace en primer término en razón de la confianza en que dicha institución cuenta con las medidas suficientes para resguardar los dineros que le ha confiado. Para ello se suscribe un contrato de cuenta corriente donde se consignan las obligaciones recíprocas, siendo una de la esencia el deber de resguardo que tiene el banco de los dineros del cliente. A pesar de qué es el cliente quien confía los dineros a un banco; es justamente él quien debe pagar por dicho servicio. Cobros que generalmente son anuales (costos de apertura y mantención de cuenta corriente). Dentro de los servicios que otorga el banco en sus contratos de adhesión existe el servicio de portales web por medio de los cuales se pueden realizar consultas y transferencias de fondos para lo cual se entrega al cliente una tarjeta con un conjunto de claves o guarismos destinados a evitar defraudaciones. La experiencia acumulada de los últimos años ha demostrado que los bancos no han invertido lo suficiente en medidas destinadas a garantizar la invulnerabilidad de sus portales. De hecho, las estadísticas policiales arrojan un creciente número de defraudaciones a través de  los portales web, sea por medio de la creación de portales espejo, copia o clonación de claves de  acceso o suplantación de identidad. En todos esos casos, en estricto rigor el defraudador vulnera los sistemas de seguridad del banco o la empresa externa que brinda el servicio y, dicha vulneración permite afectar el patrimonio del cliente. Siendo así las cosas, la responsabilidad por este tipo de defraudaciones recae directamente en la institución bancaria quien por negligencia no ha adoptado las medidas de seguridad suficientes para evitar el acceso de defraudadores que afecten el patrimonio de sus clientes, incumpliendo la obligación esencial del contrato de cuenta corriente de “resguardar y disponer de los recursos del depositante, ahorrante o cuenta corrientista”. Si el ciudadano está pagando por un servicio de depósito y custodia de valores y dicho servicio es vulnerable y afecta la integridad de los bienes encomendados en custodia, lo lógico es que la responsabilidad de la restitución de lo defraudado sea del banco, sin perjuicio de su derecho a repetir contra los defraudadores si logra ubicarlos y detenerlos. Pero no parece lógico dejar al cliente defraudado navegando en un mar de pobreza, indefensión y adicionalmente encargado de defenderse solo.

Otro tipo de defraudación creciente es la clonación de tarjetas o apropiación de claves de acceso de tarjetas bancarias en la red de cajeros automáticos de parte de bandas organizadas.

Adicionalmente al contrato de cuenta corriente bancaria, las instituciones financieras ofrecen un servicio de dispensadores de dinero para poder extraer recursos propios o de crédito. Para ello, los bancos han suscrito contratos de operación con la monopólica red de transbank, propietaria de los cajeros automáticos. El cliente firma un contrato adicional por medio del cual acepta la tarjeta de débito (o de crédito) y consiente que por cada giro realizado en la red de cajeros se le cargue una determinada cantidad de dinero. Es decir, el cliente suscribe un contrato de servicios, dentro del cual el cliente se obliga a pagar y la empresa se obliga a prestar el servicio a través de sus dispensadores.

En tales circunstancias corresponde entonces a la empresa la mantención de los dispensadores en condiciones de poder cumplir con los servicios e implementar las medidas de seguridad necesarias para evitar la alteración de dichos dispensadores o la clonación e tarjetas de sus clientes. Al no realizar las inversiones suficientes ni realizar las revisiones periódicas destinadas a evitar tales defraudaciones, existe un incumplimiento manifiesto del contrato suscrito de parte de la empresa que permite que terceros puedan –mediante diversos métodos- copiar, clonar o apoderarse de las claves de acceso de miles de clientes. En tales circunstancias entonces, la responsabilidad primaria por mal servicio corresponde a Transbank, sin perjuicio de que ellos puedan a través de sus abogados ejercer las acciones contra quienes realicen las defraudaciones.

Cómo he explicado, estamos en presencia de un abuso del sistema financiero, donde la falta de inversiones en tecnología y de revisiones periódicas permiten a terceros inescrupulosos llevar a cabo masivas defraudaciones del patrimonio de ahorrantes o cuenta corrientistas. No es justo que las instituciones financieras eludan su responsabilidad principal en  este tipo de afectaciones patrimoniales y, por el contrario endosen en el cliente la responsabilidad de perseguir a los responsables y, peor aún, ahora le endosan la responsabilidad de prevenir a través de la suscripción de un seguro que debe pagarlo el propio cliente. Es decir, el mundo al revés, la industria genera un mal servicio por el cual pagamos y para no ser afectados debemos pagar adicionalmente un seguro. 

La autoridad (Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras y el Sernac) deben adoptar decisiones inmediatas en orden a terminar con este endoso de responsabilidad y prohibir la suscripción de seguros por clonaciones o defraudaciones producto de sus propias negligencias ya que se está generando un incentivo perverso para que la industria no realice las inversiones necesarias para evitar fraudes ya que quien finalmente responderá será el seguro. Seguro pagado por el mismo cliente defraudado.

jueves, 5 de julio de 2012

CONTRADICTORIAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO EN MATERIA DE REDUCCIÓN DEL DELITO

“…El Gobierno debiera explicitar mejor sus objetivos: ¿Se trata de bajar los niveles de victimización o de disminuir los hechos delictivos denunciados?…”

Felipe Harboe Bascuñán
Abogado
 
En Chile más del 50% de los delitos que se cometen no son denunciados. Así lo revelan las encuestas de victimización. Esto quiere decir que las instituciones que componen el circuito de justicia criminal conocen menos de la mitad de los delitos que realmente ocurren. En este contexto, uno de los objetivos prioritarios de las políticas públicas de seguridad debe ser aumentar la propensión a denunciar. Si bien ésta depende de diversos factores, también influyen las políticas de las propias instituciones encargadas de recepcionarlas.

Hace poco se publicó profusamente que Carabineros aplicará un plan para agilizar la recepción de denuncias. El informe fundante destaca excesivos tiempos de espera e inadecuadas condiciones en la gestión de sus procesos. Si se trata de una política institucional, entonces debieran explicitarse los objetivos que incorporen el ámbito de la calidad del servicio para monitorear el impacto real de dichas medidas. Recordemos que uno de los factores clave en la confianza que se tiene en la justicia depende de aspectos relacionados con la calidad del servicio que el sistema es capaz de brindar.

Aumentar las denuncias y la calidad de los datos que se recogen tiene dos objetivos centrales en el combate al delito. El primero de ellos está vinculado al rol preventivo de las policías, mejorando su conocimiento y su capacidad de análisis e incorporando el estudio de factores tales como los horarios de mayor ocurrencia, las características de los lugares, de los autores y de las víctimas. Es esa la principal herramienta de trabajo con que cuentan para desarrollar estrategias preventivas adecuadas considerando las especificidades de cada territorio.

El segundo objetivo está vinculado al ámbito reactivo. Consiste en mejorar la eficacia de la respuesta penal entregando mejores y mayores antecedentes en el proceso de recolección de los medios de prueba. Este es un objetivo prioritario si consideramos los antecedentes entregados por el académico Jean-Pierre Matus donde sostiene que la probabilidad de condena en Chile no supera el 10%.

Así las cosas, sorprenden los resultados entregados por una reciente nota de este medio sobre la implementación del Sistema Táctil de Análisis Delictual (STAT). A seis meses de su puesta en marcha, se le atribuye una baja del 11% en las denuncias de delitos violentos. Más allá de la experiencia de Nueva York (Compstat), en el contexto chileno, ¿es éste el objetivo de este tipo de innovaciones? ¿No correspondería, en una primera etapa, aumentar las denuncias para mejorar la calidad y la cantidad de información disponible en la toma de decisiones? ¿No es éste un incentivo perverso para las policías si consideramos que las denuncias son un indicador limitado de la actividad delictual que ellos mismos elaboran? Decir que esta iniciativa corresponde a una medida nueva del Gobierno significa asumir que la policía uniformada no utilizaba este tipo de herramientas. ¿Es eso realmente así? Como sea, en Chile no existen todavía estudios rigurosos sobre el impacto del trabajo policial en materia delictual. La reciente conclusión a la que llega uno de los expertos más renombrados en la cuna de este sistema, Estados Unidos, Steven Mastrofski, es que no podemos demostrar su contribución.

En esta misma dirección, dos importantes investigadores, Eterno y Silverman, en reciente publicación muestran la baja fiabilidad de los datos y los incentivos perversos que producen estas políticas centradas en reducir las estadísticas de denuncias.

El Gobierno debiera explicitar mejor sus objetivos: ¿Se trata de bajar los niveles de victimización o de disminuir los hechos delictivos denunciados? ¿Se premiará a las unidades policiales con menos denuncias aun cuando la victimización suba? Es decir, ¿incentivará el sistema la impunidad? En Chile ya se habían dado importantes pasos para superar este dilema incorporando la reducción de la victimización y el aumento de los delitos denunciados como elementos complementarios y esenciales de la política pública en pos de lograr un objetivo país. Mayor seguridad y menor impunidad.
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Columna escrita en “El Mercurio”

UN APORTE A LA DISCUSIÓN POLÍTICA "DE CARA AL FUTURO"

El país vive nuevos tiempos. Los chilenos y chilenas manifiestan disposición y energía para enfrentar los desafíos. Las mentes están puestas en el futuro que anhelan y la forma de transformarlo en un mejor presente.

Queremos entrar a ese debate y hacerlo desde lo que somos. De cara al país, como siempre hemos actuado.

Quienes pensamos, soñamos y escribimos lo que estas páginas expresan, somos parte de esos muchos que lucharon por restablecer la libertad y por construir un Chile más próspero, equitativo y solidario, así como jóvenes de esos tiempos que nos sentimos solidarios con la tarea realizada. Estamos orgullosos de la obra lograda en más de 20 años de gobierno de la Concertación: hoy impera la democracia, el país es otro, y se han ampliado las posibilidades para que todos puedan realizar sus proyectos de vida.

Sabemos que se abre un nuevo ciclo para el desarrollo del país. Participar en el debate serio de las ideas que lo deben inspirar, es el propósito de este documento.

Nuestro orgullo por lo hecho no nubla la autocrítica por lo pendiente. Si fuimos derrotados en las últimas elecciones fue porque nuestros éxitos y fracasos nos llevaron a ello.

Nuestros éxitos, debido a que la identidad concertacionista dejó de ser diferenciadora, porque la hicimos identidad de todo el país: democrática, transformadora, garantía de gobernabilidad y sobre todo, comprometida con los problemas, dolores, sueños y protección de nuestro pueblo. Nuestros fracasos, porque con el correr del tiempo, algunos dejaron de entender la sociedad que cambiaba, en gran medida gracias a nuestra propia acción política, y a la vez, porque desalentamos y enrabiamos a muchos con divisiones y rencillas sin sentido en la dirigencia de la Concertación.

Sería absurdo proclamar que la obra hecha fue perfecta, pero sí decimos con convicción que esos más de 20 años, que van desde el plebiscito de 1988 hasta el término del gobierno de Michelle Bachelet, están entre los más exitosos de nuestra historia patria: se dibujó y se puso en marcha el proyecto político de un mejor país para todos. Lo decisivo en la hora presente es no extraviar la brújula, para poder retomar aquel rumbo. Precisamente por la maciza obra que construimos, hoy podemos plantearnos como nación metas más ambiciosas que antes no podíamos ni siquiera imaginar.

La historia es una sucesión de peldaños donde todo se construye a partir de lo que otros hicieron o dejaron de hacer, y no la obra de individualistas iluminados que piensan que con ellos el mundo comienza desde cero. Tener pasado es parte de las certezas que da la experiencia para enfrentar el futuro, sabiendo que al terminar no llegaremos tampoco a la perfección y que otros emprenderán obras hoy impensables, gracias a lo que nos disponemos a hacer. Siempre habrá desafíos e injusticias nuevas que superar, nunca habrá espacio para el conformismo entre nosotros.

Ad portas de importantes eventos electorales, que serán decisivos para definir el rumbo que adopte el país, invitamos al debate a todos los chilenos y chilenas que anhelan un Chile más inclusivo y justo.

I.- Un proyecto de país vigente
El país que dejamos al partir del gobierno no tiene nada que ver con aquel que recibimos, cualquiera que sea el ámbito que se mire: el avance democrático, la promoción y el respeto de los derechos fundamentales, la subordinación militar a la autoridad civil, los avances en modernización del Estado y la transparencia pública, lo hecho en protección social, el Auge, la triplicación del ingreso per cápita, la disminución drástica de la pobreza, la cobertura sanitaria, las carreteras e infraestructura en todo Chile, ese 70% del millón de estudiantes universitarios que es primera generación en ella, los tratados de libre comercio con países que contienen más de 3.000 millones de personas y el 85% del PIB mundial, el prestigio internacional del país, la libertad para investigar, debatir y crear, y así podríamos seguir.

Pero es mucho más que una suma de obras. Es el éxito de un camino político claro y nuevo que se abrió en Chile cuando concluía la guerra fría y se aceleraba la globalización. En un mundo donde a la creencia ramplona de que “crecer” es un verbo de derecha y “distribuir” lo es de izquierda, opusimos una visión en que crecer y distribuir se condicionan y se potencian, echando las bases de un equilibrio dinámico entre Estado, mercado y sociedad civil.

Fue un diseño audaz y original que tuvo fuerte impacto en América Latina y fue valorado en todo el mundo. Una política de resultados visibles, que armonizó los esfuerzos y anhelos de la sociedad civil, con una economía de mercado dinámica y un Estado actuando para elevar la protección social, disminuir la pobreza y las desigualdades y asegurar la vigencia de los derechos de los ciudadanos. Una acción cultural orientada a terminar con un Chile de represiones, impunidades y censuras, construyendo una sociedad y una institucionalidad más libres, y más acogedoras de nuestra creciente diversidad.

La historia juzgará, finalmente, el éxito de nuestra tarea pasada. Pero serán los ciudadanos quienes evalúen y escojan nuestra propuesta de futuro. Seguimos siendo la apuesta de un contingente de ciudadanos de centro y de izquierda, que recogen la mejor tradición comunitaria y libertaria de nuestro pueblo. El socialcristianismo, la socialdemocracia y el liberal-progresismo confluyen en un proyecto republicano que hoy debemos saber retomar. Ahí radicó el éxito de la Concertación.
Mirado desde hoy, toda nuestra obra suena como algo que siempre existió. Pero el esfuerzo duró más de 20 años, enfrentando con frecuencia los bloqueos de una derecha que resistió muchos cambios atrincherada en un sistema institucional que, por la vía de los senadores designados, el sistema electoral binominal y los quórums elevados para aprobar ciertas leyes, le permitía empatar su minoría con la mayoría.

Por cierto, aquellos con alma de detractores, siempre encontrarán “insuficiente” la obra de constructores de realidades nuevas. No nos dejamos amilanar. Transformamos el país de punta a cabo. Y ese cambio fue avalado por el mundo popular, a la vez protagonista y beneficiario de él: así lo confirman los altos índices de apoyo de los gobiernos concertacionistas, que contrastan con el escuálido respaldo del gobierno actual.

Debemos retomar el rumbo de futuro que la sociedad chilena se había planteado. No se trata de volver a hacer lo mismo. Debemos emprender nuevos desafíos, más exigentes, más complejos, más profundos, donde el progreso y la justicia social tal como aquí se señala, guíen la acción de los gobiernos y los ciudadanos.

2.- Nuevos y viejos problemas
Cuando las sociedades prosperan, no es sólo necesario hacerse cargo de los rezagos que quedaron sin respuesta: cada estadio alcanzado trae consigo nuevos problemas y también nuevas expectativas y sueños. Porque tenemos claro cuál debe ser el rumbo que el país debe adoptar, queremos participar en el debate sobre el futuro.

Nuestra sociedad cambió y da muestras que no continuará conformándose con el actual esquema de desigualdades vigente, partiendo por la mala distribución del ingreso y las nuevas desigualdades que se traducen en diferentes oportunidades para progresar y vivir. Cuando el PNUD ajusta el índice de Desarrollo Humano alcanzado por el país según las desigualdades en educación, salud e ingresos, Chile pierde un 19% de su potencial. Hay desigualdades carentes de toda justificación en la configuración de los barrios de las ciudades, en el transporte, en el uso del tiempo libre, en el acceso y costo del crédito, o el riesgo frente a la delincuencia y las drogas. A ello se suma un sentimiento difuso de precariedad y desamparo frente a los abusos de poder.

Tenemos un sistema económico en que los éxitos alcanzados no nos pueden hacer olvidar el alto grado de endeudamiento de los más pobres y los sectores medios, los abusos a los consumidores, los elevados costos de la energía, la escasa innovación, las altas tasas de desempleo juvenil y femenino, así como el creciente grado de concentración económica que amenaza la competencia en el mercado interno y se transforma en una barrera para la innovación y el emprendimiento que, es sabido, encuentran una cantera privilegiada en las pequeñas empresas y entre los jóvenes.

La economía chilena muestra un buen dinamismo y expectativas de crecimiento, aun en medio de las consecuencias de la crisis internacional del 2008. Pero tenemos que mejorar la productividad, especialmente de los sectores no exportadores, multiplicar las oportunidades de trabajo sobre todo para jóvenes y mujeres, potenciar nuestra matriz energética, ser mucho más audaces en destinar recursos a investigación científica y tecnológica y asegurar una institucionalidad que no transforme en incertidumbre los riesgos de emprender. El crecimiento de la economía nunca es un dato asegurado. Siempre es una conquista.

Nuestro desafío es evitar el péndulo que se concentra, por un lado, en la expansión económica sin priorizar el valor de la igualdad, frente a otro polo extremo en que todo es repartir, sin cuidar nuestra capacidad para generar riqueza, empleos y mejores oportunidades.

Tenemos una sociedad más próspera e instruida. Es aquélla de las masivas manifestaciones callejeras, más consciente de sus derechos ciudadanos, que presiona por una mayor participación en el reparto de la riqueza y en la toma de decisiones en los diversos niveles del sistema político. Ello se expresa en nuevas demandas en educación, salud, medio ambiente, las etnias, las diversidades y minorías sexuales, las regiones, etc. La emergencia de una nueva clase media, con sus movilizaciones masivas es una realidad central del Chile actual.

Necesitamos una política de mejor calidad. Tenemos un sistema político estrecho, centralizado y desprestigiado, con partidos e instituciones desgastados ante la opinión pública. Nos parece nefasto prolongar el empate institucionalizado del sistema electoral binominal, que favorece una política elitista e inmovilista, la cual, a su vez, abona el terreno para el surgimiento de caudillos populistas que erosionan el prestigio y la validez del sistema democrático. Es el momento de presionar con fuerza para cambiar este esquema institucional, porque más allá de las resistencias de la UDI, contamos, según las encuestas, con un pueblo favorable al cambio. El espectacular aumento del cuerpo electoral gracias a la inscripción automática, debe abrir paso a un nuevo impulso de transformaciones políticas y constitucionales que favorezcan la más amplia y libre deliberación democrática y un desarrollo más equilibrado de las regiones.

Tenemos un nuevo escenario global, con crisis que exceden las posibilidades de respuesta de cada país y provocan incertidumbre, con redes sociales por Internet que borran fronteras y globalizan demandas, con una interminable cadena económica donde las oportunidades, la competencia, las amenazas y las oportunidades pueden venir de cualquier rincón de la tierra. En tal contexto, debemos redoblar los esfuerzos por el protagonismo activo y solidario de una América Latina unida, que en los últimos 15 años ha sabido enfrentar los desafíos económicos con responsabilidad.

3.- Los desafíos que vienen
Estos viejos y nuevos problemas nos hablan de los retos que tenemos por delante, en un escenario mundial en continua transformación:

El primer desafío es la desigualdad: nos referimos a la desigualdad económica, pero también a la política y a las nuevas desigualdades propias de una sociedad más compleja.

Las cifras muestran una inaceptable desigualdad de ingresos autónomos, la que paradójicamente se mantiene antes y después del pago de impuestos. Esa mala distribución se corrige parcialmente gracias a las políticas sociales diseñadas e implementadas durante los últimos 20 años, que implican transferencias monetarias o creación de bienes y servicios públicos, todo ello en beneficio de los sectores más pobres, y en cierta medida, de las clases medias. La brecha entre el primer y el último decil de ingresos se reduce a la mitad cuando se considera la acción del Estado a través de sus distintos beneficios e instrumentos.

Cuando se alcanzan ingresos per cápita de US$ 15.000, el crecimiento pierde fuerza como factor de cohesión social frente a la presión por movilidad social, igualdad de oportunidades, acceso a la educación, la salud y al empleo, todas cuestiones ligadas más bien a la acción política.

No podemos competir en el mundo global sobre la base de los bajos costos de la mano de obra. Nuestro ingreso per cápita es de los más altos de América Latina y duplica aquéllos de China o India. Necesitamos competir con más conocimiento, que tiene que ver con la educación de nuestros jóvenes, con la calidad de los trabajos y con nuevos tipos de emprendimiento, todo ello gracias a un redoblado impulso en ciencia y tecnología.

Necesitamos, entonces, generar más riqueza, pero también distribuirla de mejor manera. Eso pasa por una reforma tributaria audaz y sensata, que sea eficaz y allegue mayores recursos, pero a la vez, que sea más justa en su recaudación. Asimismo, el sistema regulatorio en defensa de los consumidores y de la competencia debe fortalecerse.

El país ha alcanzado un grado de solidez y madurez en sus fundamentos macroeconómicos y fiscales que permite colocarse objetivos más ambiciosos. Sólo para financiar una reforma educacional de avanzada se requiere un esfuerzo de enorme magnitud en gasto permanente. A eso se suma el gasto que debemos afrontar para profundizar el sistema de protección social que hemos ido creando en los últimos años. Por eso necesitamos recaudar más. Porque hemos aprendido que todo gasto permanente del fisco debe tener asociado un ingreso también permanente.

Y por otro lado, se requiere mayor equidad en el sistema. El sistema regulatorio en defensa de consumidores y de la competencia requiere cambios.Son demasiadas las franquicias tributarias que hoy carecen de sentido económico, y que solo terminan beneficiando a las personas de más altos ingresos.

Por todo ello, hoy es la hora de proponer una reforma tributaria verdadera, que siente las bases para un nuevo pacto fiscal que vaya en beneficio de la mayoría.

Hay que prestar atención también a las nuevas desigualdades nacidas del progreso y a la mayor conciencia que la gente tiene de su carencia de justificación. Entre ellas destaca la desigualdad de género, tan presente en nuestra sociedad. Las mujeres siguen teniendo salarios más bajos, sufren violencia intrafamiliar y otros abusos y discriminaciones que debemos erradicar. Uno de los temas sensibles es la baja incorporación de la mujer al mundo del trabajo remunerado. No es exageración afirmar que la pobreza en Chile tiene cara de mujer. En los próximos años debemos acometer el más grande esfuerzo para acabar con esta desigualdad. Empleo, educación, capacitación, salas cuna, brecha salarial, entre otros, deben ser conceptos que orienten muy centralmente la acción social de un próximo gobierno. Pero sobre todo: respeto, igualdad de trato, protección frente al abuso y a la violencia. El país debe enfrentar con sentido de comunidad la interpelación que le hace la situación de la mujer.

Pero también la desigualdad se refleja en la política. El empate entre minoría y mayoría en el Congreso Nacional ha provocado la indiferencia de millones de personas, especialmente jóvenes, y ha favorecido la imagen de los políticos como un grupo encerrado entre cuatro paredes de espaldas a la voluntad ciudadana, con partidos políticos cuya legislación no incentiva normas claras de democracia interna y transparencia. A ello se suma el verdadero cerrojo institucional que imponen las leyes de quórum supra mayoritario, que impiden algo tan básico en una democracia, como es la regla de mayoría. Y se agrega el excesivo centralismo de nuestra estructura administrativa, que provoca un fuerte desequilibrio regional. Si hay un denominador común en las variadas manifestaciones sociales que se han visto en los últimos meses, es que en ninguna de ella existió un mecanismo institucional adecuado para resolver políticamente el tema.

Tampoco podemos obviar las desigualdades culturales: de género, de minorías sexuales, de los pueblos originarios y tantas otras. La diversidad cultural, valórica y regional de Chile es parte de su riqueza desperdiciada por causa de la intolerancia y atavismos del pasado.

Tenemos que continuar cambiando profundamente el país. Hay que introducir mayor igualdad en todos sus ámbitos. Nos proponemos avanzar en la igualdad de oportunidades, incentivando conjuntamente la iniciativa de personas, localidades, comunidades y empresas. Para saltar al futuro, necesitamos convertir la solidaridad y la inclusión en principios de convivencia y fundamento de las políticas públicas. Hay que volver a articular la libertad de elección de cada persona con un “piso” garantizado que proteja a los más vulnerables y mitigue los riesgos y fracasos a que se ven expuestos ciertos grupos sociales y personas.

Así entendida, en toda la amplitud que abarca, la lucha contra las desigualdades no es una suma de medidas aisladas. Es una lógica, una actitud, una manera de mirar y actuar a favor del progreso de Chile.

El desafío productivo. Chile no puede seguir actuando como hasta ahora si quiere mantener altas tasas de crecimiento que creen más y mejores empleos así como espacio para mayores recaudaciones fiscales.

A la luz de todos los antecedentes mundiales, la productividad y la capacitación laboral son la clave más decisiva y de más rápido impacto en la superación de las desigualdades. Aparte de las necesidades de toda la economía, solo el sector minero está demandando 300.000 personas calificadas para emprender su plan de expansión sin parangón en volumen y tecnología. Necesitamos una capacidad laboral mucho mayor a la actual.

Asimismo el mundo se ha hecho más competitivo y los tratados de libre comercio dejan de aportarnos ventajas similares a aquéllas de sus inicios. La calidad de nuestras exportaciones, el valor agregado de nuestros bienes y servicios, se transforman en un desafío ineludible si queremos mantener en los próximos 20 años el dinamismo económico del país. Nuestras exportaciones se encuentran concentradas en no más de una decena de productos, parte sustancial de ellos, commodities (cobre, otros minerales, papel y celulosa). Debemos “descommoditizar” lo que ahora producimos y crear nuevos sectores económicos, tomando la delantera en materia tecnológica y comercial, abriendo nuevas posibilidades al emprendimiento y fortaleciendo, de paso, las ciencias aplicadas que están asombrosamente postergadas en su acceso a recursos públicos respecto a las ciencias básicas.
En otras palabras, nuestro desafío no es solo la cantidad de crecimiento, sino muy centralmente su calidad.

El desafío ambiental. El país necesita y demanda un mayor rigor ambiental en nuestras prácticas como individuos, como sector productivo y como comunidad. Los desafíos ambientales son de tal magnitud, que solo puede aumentar la sensibilidad de la población sobre los riesgos de la contaminación, como lo ha señalado recientemente las NU.

El mundo enfrenta un peligro cierto de calentamiento global. Para el caso de nuestro país, tenemos una baja emisión de CO2 por habitante en comparación con los países desarrollados, pero debemos reducirla a menos de la mitad para el 2050, y eso requiere un gigantesco esfuerzo. Mayor, cuando nuestra generación termoeléctrica va en aumento. No es solo un tema de calidad ambiental para quienes vivimos en Chile, sino una exigencia mundial que abrirá o cerrará puertas a nuestras exportaciones. Ya la medición de la “huella de carbono” es una exigencia creciente en el mundo, especialmente para materias primas, alimentos y productos forestales que representan el grueso de nuestras exportaciones.

En un país como el nuestro, que es una potencia emergente en la producción de alimentos de la dieta mediterránea (frutas, paltas, salmones, vinos, etc.), el calentamiento global anuncia, además, serias amenazas para nuestra agricultura, sector que da empleo a muchas más personas que la minería. Todo indica que enfrentamos el riesgo de una mayor desertificación en el Norte Chico y la Zona Central del país, mientras aumentan las lluvias en la zona austral. Esto puede provocar desplazamientos dramáticos de cultivos hacia el sur. Y no estamos preparados para ello.

La “huella de agua” (cantidad de agua para que un producto llegue al consumidor final) es la exigencia que viene tras la huella de carbono. Seremos 9.000 millones de seres humanos en 2050 en toda la tierra. El agua no alcanzará si no se hace un considerable esfuerzo de racionalización. En el caso de Chile, y no solo por la sequía que ahora nos ha aquejado, hay zonas completas donde el agua escasea. No alcanza para cubrir la suma del consumo humano, más las necesidades de riego y los requerimientos del sector productivo. La desalinización es una realidad en el Norte Grande. Las prácticas, inversiones y políticas en el uso del agua, tanto públicas como privadas, deben responder a esta situación crecientemente restrictiva. Las regulaciones en el uso y propiedad del agua deben ajustarse a ellas, por lo cual es indispensable una revisión de la actual legislación aumentando las facultades de la autoridad respectiva.

Las normas ambientales con que operan nuestras industrias y ciudades han mejorado, pero están bajo los estándares alcanzados por países de igual o superior nivel de ingreso. Esas normas deben hacerse más rigurosas, en especial aquéllas relativas a los medios de transporte, centrales termoeléctricas, fundiciones, faenas mineras y uso de la leña, que son grandes generadores de CO2. Por otra parte, el trámite de los nuevos proyectos de inversión debe ser más ágil: la lentitud y engorro nunca ha sido sinónimo de rigor. La nueva institucionalidad ambiental y la entrada en vigencia de los Tribunales Ambientales ofrecen una buena oportunidad de avanzar en la línea señalada; sin embargo, la judialización exacerbada, la indecisión para definir reglas y criterios claros, por ejemplo en materia energética, conspiran contra la actividad productiva y una real defensa del medio ambiente.

El fomento del transporte público, el rechazo a rebajas demagógicas de los impuestos a los combustibles (lo que termina abaratando la contaminación), la creación de “impuestos verdes” que castiguen a los contaminadores, son todas políticas que el futuro del país nos impone.

El desafío educacional. El tema educacional ha sido puesto con fuerza en la agenda pública por el movimiento estudiantil y se transformó en una demanda que atraviesa todos los demás desafíos que vivimos como país. No partimos de cero, porque en los últimos años, contrariamente a lo que algunos intentan hacer aparecer, ha habido importantes avances. Pero afirmamos categóricamente que para acelerar la mejora de la calidad y la equidad en el sistema, debemos emprender reformas estructurales.

En primer lugar, debemos retomar el importante impulso que se le dio a la educación pre escolar en el gobierno anterior. Nuestra meta no puede ser otra que la cobertura universal, porque de otra manera, estaremos condenando a los niños provenientes de familias más vulnerables a un comienzo desigual que después no se podrá revertir. Paralelamente se impone una revisión profunda en todo el sistema escolar. Afortunadamente contaremos con la institucionalidad recientemente aprobada para asegurar la calidad en todos los establecimientos, públicos, particulares subvencionados y privados pagados. Debemos ahora asegurar que esa institucionalidad funcione con todo el rigor que requiere, de manera que nadie pueda hacer de la educación un negocio lucrativo a costa de la calidad de la enseñanza. Debemos reformar, también, el actual sistema de financiamiento compartido. La evidencia muestra que el sistema de copago en los liceos y colegios ha generado una segregación inaceptable en nuestro sistema educacional. Y debemos hacernos cargos de dos deudas. Por un lado, la de fortalecer la carrera docente y la gestión de escuelas porque, sabemos, gran parte de esta tarea se juega al interior de las escuelas y de la sala de clases. Por otro lado, tenemos como país una deuda con la educación pública. Debemos invertir fuertemente en aquel sistema, priorizar inversión en ella, llevar a los mejores maestros a sus aulas, y otorgarle una nueva arquitectura institucional que logre superar las falencias evidentes de la municipalización.

Los estudiantes también colocaron el tema de la educación superior al frente de las prioridades. Las falencias del sistema universitario actual se han hecho notorias en estos meses. Se debe recuperar para el sistema en su conjunto, esa noble tradición de excelencia que tuvieron nuestras universidades, las que fueron internacionalmente reconocidas y prestigiadas. Para ello es indispensable que ellas mismas hagan un esfuerzo en tal sentido y que el país cuente con una institucionalidad de acreditación ajena a los intereses de los afectados, rigurosa, de alto estándar y objetiva, capaz de valorar la calidad en la formación de profesionales y en la investigación científico técnica. Así mismo, el sistema de financiamiento para estudiantes exige una revisión profunda a fin de garantizar que no sea el ingreso de sus familias una barrera para la juventud que anhela y tiene méritos para acceder a la universidad. Al igual, el país tiene una deuda con la educación superior técnico profesional que la equidad y el desarrollo nacional nos exigen superar.

El desafío energético. Chile tiene costos de energía entre los más altos de los países de la OCDE y son los que más han aumentado en los últimos años. Ese incremento también incide en la pérdida de competitividad de nuestras actividades productivas. Según el Consejo Asesor para el Desarrollo Eléctrico, la situación será más crítica a partir de 2017 , o sea, durante el próximo gobierno. Impedir esa crisis anunciada supone iniciar ahora las obras que puedan estar en operación para esa fecha. El tema ha adquirido dimensión de problema-país y nadie serio puede rehuirlo.

La forma más barata de aumentar capacidad eléctrica en el mundo es mediante más eficiencia energética, o sea, la capacidad para seguir haciendo lo mismo pero con menos electricidad, lo que incluye ampolletas y electrodomésticos más eficientes, mejorar los sistemas de transmisión y distribución, así como un uso mejor en el sector productivo. Pero ni aun con el nivel alcanzado por los países más eficientes en esta materia, será suficiente para enfrentar el problema.

Nos vemos obligados, entonces, a recurrir a otras formas de generación que han alcanzado su desarrollo en el último tiempo., como las energías renovables no convencionales (ERNC), para las cuales el país tiene inmejorables condiciones geográficas. El impulso de centrales hidroeléctricas de pasada, de la energía eólica, del seguimiento de los avances en la generación mareomotriz para un país de miles de kilómetros de costa, de la geotermia, pero muy especialmente, de la energía solar que se ha expandido en diversas latitudes, para lo cual la zona norte presenta condiciones excepcionales. Hoy la energía solar está reduciendo sus costos. Chile debe ponerse a la punta de ese esfuerzo no solo como generador sino como centro tecnológico de punta.

Pero no vendamos ilusiones: por si solas, las ERNC no resuelven el problema actual, y por ende, no es evitable hacer opciones en otras formas de generación energética, algunas limpias, como la hidráulica, y otras por ahora insustituibles, pero contaminantes, como la termoeléctrica, que sin embargo puede mejorar su estándar de pureza con nuevas tecnologías. La opción ambiental que se expresa en la movilización contra energías limpias, es una de las paradojas del país.

El desafío de un nuevo trato con los pueblos originarios.

El país tiene una deuda con los pueblos originarios. Luego de la Ley Indígena en 1993 y de la aprobación del Convenio 169 de la OIT en 2009, es indispensable establecer un reconocimiento constitucional de los pueblos originarios y sus derechos.

Chile debe asumir la multiculturalidad en todas sus dimensiones y dotarse de un aparato institucional capaz de diseñar e implementar políticas indígenas al más alto nivel. Para ello, debe crearse un Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas que los represente y que siendo autónomo, sea capaz de interactuar con los diversos órganos del Estado y la sociedad.

Debe diseñarse un plan especial de restitución de tierras para quienes cuenten con títulos ancestrales reconocidos y favorecer el desarrollo indígena combinando los avances propios de la economía moderna con sus tradiciones, tanto en las regiones del sur como en el norte. Hay que implementar, también, el estatuto especial de la isla Rapa Nui y de la ley sobre borde costero, llamado lafquenche.
Las políticas públicas deben implementarse con pertinencia indígena en aquellas localidades donde haya una presencia significativa de pueblos originarios. Debe dictarse una ley sobre consulta y participación de los pueblos originarios para alcanzar una adecuada implementación del Convenio 169 de la OIT, tanto a nivel de los órganos centrales del Estado como de los Gobiernos Regionales y los Municipios.

Debe favorecerse el desarrollo cultural de los pueblos originarios fomentando el uso de sus lenguas y haciendo un catastro nacional de sus costumbres para que tengan adecuado valor jurídico.

El desafío de la revolución en el pensamiento social. El desarrollo científico tecnológico, la expansión de las redes sociales, la conciencia de la globalidad y de la insuficiencia de las recetas clásicas para enfrentar los nuevos desafíos, han generado una revolución del pensamiento social en el mundo, incluido nuestro país. Entre los pilares de este cambio está la alta revalorización de lo colectivo. Ello se expresa en el valor de las redes, de la pertenencia a espacios compartidos que deben ser más abiertos y equitativos, de la necesidad de la acción común para lograr anhelos que individualmente son imposibles de alcanzar, la defensa de intereses colectivos o difusos, especialmente de los consumidores y en el medio ambiente. Esta no es solo una referencia a los movimientos sociales de los últimos tiempos. Abarca toda la sociedad, incluidas las empresas, donde se hace central el rol que juegan las personas y el trabajo en equipo en la creación de valor y donde se extiende la conciencia que la empresa es un espacio de colaboración entre muchos (trabajadores, proveedores, entorno) para competir exitosamente. Todo esto reafirma el rol de lo colectivo en el conjunto de la sociedad, cambiando una mirada excesivamente individualista de tiempos anteriores.

El desafío de nuevos cambios políticos.
Es urgente revalorizar la acción política haciendo primar el bien común por sobre los intereses de grupo o personales; volver a despertar en los ciudadanos el interés y la preocupación por el país y su futuro. Ya lo dijimos: para lograr nuestros desafíos, hay que dar un nuevo impulso al sistema político. Se requiere un profundo cambio en la Constitución, para abrir paso a una institucionalidad política más amplia, más libre y más participativa. Necesitamos la mayor deliberación democrática. Debemos reemplazar el sistema electoral binominal por uno proporcional corregido; terminar con el sistema de leyes de quórum supramayoritario; impulsar una verdadera regionalización y formas nuevas de participación directa de los ciudadanos en la decisión de los asuntos públicos, como el plebiscito y la iniciativa popular de ley; promover la participación de la mujer en la política a través de medidas legales que la favorezcan; fortalecer a los partidos políticos; regular mejor y aplicar el máximo grado de transparencia en la relación entre dinero y política; redefinir las políticas públicas orientadas a integrar y a apoyar nuevas formas de contribución al desarrollo y la equidad; mejorar la protección de los derechos fundamentales a través de la creación del defensor de los ciudadanos y la justicia contencioso administrativa.

4.- Una amplia alianza social y política por los cambios
La discusión sobre las alianzas políticas en la oposición quizás tenga ingredientes instrumentales y electorales, pero subyacen en ella visiones divergentes. La tesis de una Concertación que se abre a un pacto electoral con otras fuerzas opositoras, como el PC, el MAS u otras colectividades, no es conciliable con la tesis de un “frente de izquierda” excluyente que posteriormente buscaría concordar con la DC. La fuerza matriz del cambio en Chile, como lo ha demostrado la historia, es la alianza del centro y la izquierda, con un solo programa y un accionar unido desde el inicio, bajo la impronta de un proyecto político compartido de transformaciones viables. Que la derrota en la última elección presidencial no nos haga olvidar lo que tan duramente aprendimos.

La Concertación expresó en estos últimos decenios la convicción de que sólo una alianza sólida entre el centro y la izquierda democrática constituye un piso para impulsar los cambios que se necesitan. Fue esa alianza la que derrotó a la dictadura y más tarde hizo prosperar al país, favoreciendo especialmente a los más vulnerables.

No compartimos la decisión de terminar con el bloque mayoritario por los cambios que congrega a la izquierda democrática y el centro, para ilusionarse con un agrupación solo de izquierda que sería incapaz de impulsar transformaciones sólidas e irreversibles.

Mantenemos la convicción, grabada a punta de desgarros por el quiebre de la democracia en 1973, luego por la victoria sobre la dictadura y más tarde por la obra de la Concertación, que un bloque mayoritario por los cambios -–sea cuál sea el nombre que éste finalmente adopte-- unido en propuestas y accionar, es condición indispensable para promover transformaciones reales y profundas. Cambios con la solidez que dan la gradualidad y la paz, a diferencia de esa inmediatez y radicalidad que “en nombre del pueblo” pero sin parte suficiente de él, lejos de ampliar nuestra base de apoyo social la reduce, marginando a muchos y perpetuándonos en una minoría electoral que imposibilita materializar los cambios que el nuevo Chile requiere.

Nos sentimos parte de aquellos que en la Concertación han tenido el valor de hacer oír su reclamo frente al intento de liquidar la alianza del centro con la izquierda, soñando con inviables entendimientos posteriores, a partir de propuestas en confrontación precisamente por entrar a disputar un mismo electorado. Los que callan también son responsables.
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Todo nos habla de nuevos tiempos. El gobierno de derecha no ha logrado dibujar una promesa de futuro para el país. Está en nosotros ganar la próxima elección presidencial. Tal como en las vísperas del año 90 la Concertación bulló en trabajo intelectual para enfrentar responsablemente los desafíos que aproximaban, hoy es necesario ponerse a la tarea, con renovado entusiasmo, con responsabilidad política y sentido de urgencia.

Todo Chile mira hacia el futuro. Los llamamos a emprender juntos este desafío.
PD: Consecuentes con este llamado final, nuestro documento esta abierto a la adhesión de todos los que suscriban los contenidos centrales que lo atraviesan. Si desea adherir puede hacerlo al correo pjc@invquilimari.cl